esta franja costera, salvada entre el Pacífico y la cordillera norteamericana, protegida del frío ártico, alejada del calor mexicano, sea el único rincón de todo el vasto territorio en disfrutar del benéfico trío de inviernos, veranos y lluvias benévolos.
Y qué otra cosa se puede esperar - en el mes de marzo, o sea en primavera ya, en un lugar tan privilegiado como éste - que la frescura multicolor primaveral con la cual nos estamos enfrentando.
Desde que salimos de nuestra larga, larga, bajada, llueve.
Hablando de agua, la palabra Oregon es paraborigen y significa Agua Hermosa.
Hablando de Oregon, en otros tiempos, antes del establecimiento de los estados vespuccianos y de las provincias canadienses actuales, la denominación Oregon se extendía, según el léxico de los colonialistas - tanto vespuccianos como canadienses - a todo el territorio desde el límite norte de Alta California hasta Alaska, tiempos aquellos cuando dicho extenso territorio se encontraba bajo ocupación mancomunada de ambos colonialistas, y por lo tanto era el objeto de disputas entre ambos, hasta que, en 1846, se pusieron de acuerdo para quedarse cada uno con su propio pedazo, naturalmente sin preocuparse de los paraborígenes, quienes, como los siervos de la Edad Media, quedaron atados a la tierra, y pasados de soberano en soberano sin siquiera saberlo.
Vamos a pasar la noche en un motel, en el pueblo de Eugene. En un motel, porque, mañana, tenemos una visita industrial, la primera en mucho tiempo, y queríamos tener una habitación con teléfono para poder, en combinación, avisar la fábrica de nuestra llegada, y prepararnos; en Eugene, un pueblo adonde no teníamos que haber ido, porque en el pueblo de Springfield, donde sí se encuentra la fábrica, y en un pueblo anterior, ni uno, de los muchos moteles, tiene teléfono en las habitaciones - una situación absolutamente increíble en este país donde hay teléfonos literalmente a orillas de las carreteras y en los bosques.
Hablando de teléfono, ya varias veces, con el correr del tiempo, tuvimos la situación placentera de haber hablado a larga distancia desde un teléfono público y de haber pagado echando las monedas después de haber terminado la comunicación, sin que nadie nos hubiese podido obligar a hacerlo.
Hay, en el estado de Oregon, un lugar de alto interés paleontológico. Lamentablemente, según se nos advirtió, después de 120 años de extracción de fósiles, tanto científica, como aficionada, como parasítica, nada queda en el sitio para ver, así que no vamos a perder tiempo yendo allí. Pero la historia que se dedujo de los sedimentos de dicho sitio queda, y siempre quedará, tan fascinante que se merece ser rememorada desde cualquier sitio, por ejemplo este motel.