escuchar música portuguesa, pero ayer, cuando decidimos cuantificar nuestro asco impulsivo con análisis numérico, encontramos que, de catorce musiquitas simultáneamente en el dial, nueve eran en idioma y manerismo anglos, y sólo cuatro, en portugués, si bien aun éstas, dadas cuerpo y alma a manerismos tajantes y percusivos.
Claro, podemos refugiarnos en la música clásica, pero no queremos escuchar sempiternamente la misma invariedad "universal". Queremos ir descubriendo el sabor musical inconfundiblemente propio de cada país, sabor que, estamos seguros, debe de existir debajo de la tiranía de moda de ir con el que más fuerte grita aunque menos tenga que decir.
Por lo menos, podemos escuchar programas en árabe. De árabe nada entendemos, pero siempre es de interés escuchar sonidos nuevos, y escuchar más seguido música árabe. Que no entendamos las palabras, probablemente mejor así, si es que las palabras son tan vacías como en los idiomas que entendemos - así como es mejor no entender las palabras en las óperas para no arruinar una música habitualmente hermosa con libretos frecuentemente inanes.
Sin embargo, es fácil saber cuando es una arenga, una lectura de noticias, un programa con intervención de escuchas, y creemos poder detectar deportistas entrevistados: por la típica monotonía de voz y expresión que parece ser común a todos los deportistas entrevistados en cualquier idioma. Además, es fácil observar que no hay virus anglo. Y en cuanto a música, no toma mucha paciencia darse cuenta de que no toda música árabe es la misma y de que no toda la música propalada por una emisora árabe es árabe - si bien nunca escuchamos la corrosiva, tajante, ácida, violencia de moda en otras partes.
No pudimos descubrir de dónde origina una emisora de cultura árabe en idioma francés. Pero interesa, como curiosidad, el estado del tiempo en el Sáhara, y es fascinante enterarse de que todavía existen faraónes en Egipto, que están muy activos, que el domingo pasado tuvieron una confrontación con los Etíopes; enterarse de que existe un equipo de balompié "Los Faraónes".
Hacia el sur, hacia un encuentro con Colón, esperamos.
Quién pasa por la ruta por donde estamos pasando no puede no ver, y no pudimos no ver, una mole eclesiástica, en verdad no más agraciada que docenas de tales estructuras, pero tan fuera de lugar que exige una investigación.
E investigamos. Y bien hicimos.
Por dentro, un mundo de maravillamiento múltiple.
> Una iglesia, con una nave cuya altura desconocemos en metros pero cuya vertiginosa profundidad en altura llevamos grabada en nuestro sentir; con una sobriedad que radia imponente personalidad.