ambientales internas - de humedad, temperatura, bacterias, composición del aire - y los cambios provocados en estos factores por la presencia humana en la cueva. Y las 10 a 40 personas diarias están divididas en grupos de sólo cinco personas. Todas estas restricciones, como consecuencia de los daños ya causados a las pinturas por los cambios ambientales ocasionados por el anterior desfile de hasta 3.000 personas diarias; y con el fantasma de lo que pasó en Lascaux, donde ni puertas de acceso dobles ni aire acondicionado solucionaron los daños a las pinturas, y donde hubo que vedar la cueva por completo, y hacer una réplica en otra cueva para el público - y lo mismo se está por hacer aquí. Así que, aprovechemos, porque bien sabemos, por experiencia propia, que a reproducciones aun perfectas al micrón les falta la magia del arte de creación original.
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Vistas las pinturas; más ampliamente dicho, las expresiones gráficas, porque la cosa no es tan simple. Hay figuras por raspado, hay figuras por dibujado en negro, hay figuras por pintado en superficies llanas, y hay figuras por pintado en superficies con protuberancias naturales aprovechadas para dar relieve a la parte de la representación a la cual mejor se prestan.
Las representaciones, en cualquiera de esos medios, son exclusivamente de animales, ciervos, bisontes y caballos.
En cuanto a la edad, hay aquellos que prefieren simplicidad, y aquellos que no tienen miedo de alguna complicación y hasta incertidumbre. Los cómodos generalistas fechan la cueva a algo de 14.500 a.C. Los empeñosos detallistas toman deleite en fechar, por separado, las pinturas, ya sean llanas u onduladas, con 12.000 a.C.; los dibujos en negro, con 20.000 a.C.; los raspados, con 25.000 a.C.; y dejan abierta la posibilidad, todavía sujeta a más estudios, de tal vez 30.000 a.C..
¿Y en cuanto a la expresión artística, con semejante antigüedad? En pocas palabras, la humanidad, al mismo tiempo que, durante estos centenares de siglos transcurridos desde entonces, lo aprendió todo en ciencias, nada aprendió en estética; mejor dicho, todo lo tuvo que aprender en ciencias, nada tuvo que aprender en estética. Y hay que tomar muy en cuenta las condiciones muy difíciles de ejecución: por una parte, todas las pinturas están muy incómodamente en el cielorraso de la cueva, y por otra parte, hay que imaginarse, con bastante asombro, sólo alguna llama vacilante en la cueva permitiendo el nacimiento de tan certera estética.
Dos observaciones adicionales hicimos:
→ los colores tienen la misma suavidad que los colores arqueológicos que vimos en varias partes de América. La pregunta es si es por antigüedad de los colores o por gusto de los antiguos;