entreabre, la puerta se abre sola de par en par. Y
2) es posible, por medio de una módica moneda, alumbrar toda la iglesia durante ocho minutos para uso propio exclusivo. Todo ello, incongruo y anacrónico si se quiere, pero muy inocuamente compatible; y es de preguntarse por qué el alumbrado activado - y pagado - por un visitante no es cosa común en todos los recintos oscuros donde más luz sería una salvación.
Hacia Pamplona. El problema es que cada vez que vemos en un cartel vial el nombre de Pamplona, también vemos el nombre Iruña, y si bien en el mapa el nombre Pamplona es obvio, no podemos encontrar Iruña, tal como siempre hacemos con nombres incidentales para confirmar la meta nuestra.
Y esto va ocurriendo con otros carteles también. Siempre un topónimo que podemos ubicar en el mapa y un topónimo que no podemos ubicar en el mapa.
Llegamos a Pamplona y, para sorpresa nuestra, también llegamos a Iruña - y a la explicación de todos esos topónimos fantasmas. Es que estamos en Navarra, y en Navarra el idioma histórico es ... el éuscaro o eusquera, a elección. ¿El idioma éuscaro en Navarra? Sí; es que el nombre de Navarra, se nos explicó, es Antigua-y-Noble-Vasconia-hoy-Reino-de-Navarra. Y todos esos topónimos aparentemente fantasmas son los nombres vascos junto con los nombres castellanos.
La consecuencia es que - mientras nosotros creíamos que pasaríamos de Béarn a Navarra, y sólo más tarde cruzaríamos Éuscadi - hemos pasado de una tierra vasca del lado francés de los Pirineos a una tierra vasca del lado español de los Pirineos; vale decir que los Vascos son los Kaniengehagas, mejor conocidos como los Móhoks (para no dejarse confundir en castellano con la transcripción fonética angla, Mohawks), que los Vascos son los Kaniengehagas de Europa: los Vascos, como los Kaniengehagas/Móhoks, fueron tronchados en dos por dos potencias invasoras y, como los Kaniengehagas/Móhoks, sueñan con recobrar su independencia.
De todos modos, ahora nos vamos a encaminar, indistintamente, hacia Vitoria o hacia Gasteiz, en pleno Éuscadi - sabiendo, ahora, que es la misma cosa vista por dos idiomas diferentes. No se nos había ocurrido que esos topónimos fantasmas podrían ser bilingüismo toponímico radical de dos mundos diferentes.
Entre Pamplona/Iruña y Vitoria/Gasteiz, buscando dónde pernoctar, nos encontramos con una vieja conocida nuestra de ciertas partes de América Ibérica: una iglesia-fortaleza, con paredes inescalables, impregnables, sin orificios salvo el portal y, por ende, sin el menor vitral. Con esta fiera fortaleza por fuera y mansa iglesia por dentro a la vista, vamos a pernoctar; en Huarte Araquil.
Tiempo para volver al idioma éuscaro. Debajo de su aspecto incompatible con la comunidad lingüística europea, podemos ver que está mechado de raíces en común >>>>>>>>