de conflictos, heredados de siglos en siglos, en cuanto a los deslindes de los respectivos dominios - hasta hoy mismo, entre Ecuador y el Perú, y hasta hace poco, entre Alemania y Francia.
En todo eso, la frívola, si se quiere, pero curiosa, diferencia es que, en el Tahuantinsuyo, los conflictos empezaron ya en la primera generación después de la división por Huaina Jrápaj en 1526, y, en Europa, recién en la segunda generación después de la división en 806, por Carlos el Magno; siendo la razón que los dos hijos de Huaina Jrápaj no murieron y pudieron empezar a pelear en seguida, mientras que, de los tres hijos de Carolus Magnus, sólo uno sobrevivió, por lo que el imperio, en esta primera generación, quedó entero en manos de este hijo; y fue éste quien, a su vez, dividió el imperio entre sus tres propios hijos, con la consecuencia de más de mil años de sangrientas discordias, empezando con una arrancadura de ojos entre nietos de Carlomagno por venganza.
Sorpresa explosiva. Gran cartel: Navarra - Nafarroa. No sabíamos que hubiésemos salido del país vasco de Francia y que estábamos y estamos, aquí, en la Navarra de España. Realmente, la frontera más invisible que hayamos cruzado. Y ¿qué es esta Nafarroa? Evidentemente algo relacionado con Navarra, pero ¿en qué idioma, ahora? Ya veremos.
Ahora, nos espera todavía la incógnita de la nieve; si bien todo ya va indicando que, en contra de las varias historias alarmantes escuchadas, no habrá nieve, o muy poca. No sería el primer caso de rumores alarmistas, tal vez no sin fundamento pero felizmente sin consecuencias para nosotros, como cuando íbamos a pasar por la selva del Darién-Chocó o por Guatemala-Honduras-Nicaragua, en el primer caso, por los destripadores de forasteros, y en el segundo caso, por las guerrillas.
Subidas con curvas en puntas de alfiler. ¡Qué revivificación de recuerdos para nosotros! Salvo que, en los Andes, era ripio, y aquí es asfalto; que, allá, era entre el nivel del mar y más de 6.000 metros, y aquí es entre 300 y 1.000 metros; que, allá, fue durante semanas sumándose en meses, y aquí será un instante.
Puerto de Roncesvalles. Altitud módica, 1.057 metros; sin duda, más o menos el implícito desconocido margen. Nieve, hay indicios de que puede haber mucha; pero hay poca, y ninguna en la ruta.
No es aquí, sobre esta convexidad pelada, que ocurrió la emboscada por los Arabes, pero es aquí que se encuentran dos monumentos; un monumento ahora reducido al estado de ruina arqueológica, como segmentos de un ex-arco de piedra, yaciendo lastimosamente en el suelo, esperando ser tragados por la tierra para felicidad de algún arqueólogo del futuro; y el monumento actual, mucho más apropiado por su llana tosquedad.
Y ahora, hacia los sitios de interés americano en la península ibérica, los que tardaremos varios días en alcanzar.