Cada puente por encima de la ruta ostenta, en cada una de sus dos extremidades, una estatua, llamativa por dos razones.
> Una razón: su temática no académica, como ser un cazador, un pescador, un golfista, un tenista, un jinete - hasta ahora, quizás una docena de tales estatuas en una temática que se podría caracterizar como deportiva si no fuese que cazar y pescar no es deporte sino crueldad "por deporte" en contraste con supervivencia.
> Otra razón: su estructura inhabitual, porque más de "estructura" que de "escultura" se trata, astuta combinación de láminas que da la impresión del arte chino de papel doblado. Además, todas estas estatuas donde no se las espera, son, para nosotros, una reminiscencia de la filosofía del arte no académico en natural contacto diario con el pueblo en lugares públicos, en México.
A cada salida de pueblo, una novedad para nosotros, y, se nos ocurre, un aspecto de la preocupación francesa con que las negaciones o cancelaciones no presten a duda. A cada salida de pueblo, un cartel ostenta el nombre del pueblo ... tachado por una diagonal roja como para confirmar la evidencia de los ojos de que el pueblo terminó. Ello nos sugiere un paralelismo con la manía francesa de duplicar todas las negaciones como para asegurarse de que no quepe la menor duda en cuanto a la negación. En francés, no parece suficiente decir: "il ne mange" (no come); alguien acaso podría no oír la negación "ne"; entonces, los Franceses le agregan una segunda negación "pas": "il ne mange pas" (algo como "no come no"). Así, vimos a la entrada de un pueblo, para utilizar un topónimo corto - mucho más corto imposible - su nombre: >>>>>>>>
"Eu" (pronunciación irrepresentable en el papel), y, a la salida, vimos: ""
Y así de pueblo en pueblo.
Pero, ¿por qué siquiera notarlo? Como uno de los paralelismos idiosincráticos entre el francés y el inglés, la misma insistencia negativista existe en inglés, en inglés modermo. Mientras Shakespeare hubiese dicho con toda simplicidad: "I sing not" (no canto), el inglés moderno enfatiza todas las negaciones, aun las más inconsecuentes: "I do not sing" (algo como "no, insisto, no canto" para significar no más que lo que expresaba Shakespeare).
Estamos estacionados para una merienda en una de las áreas de descanso que puntúan la ruta. Linda vista de un pueblo anidado en el valle debajo. Un coche se detuvo. Un hombre se apeó. El hombre se encaminó resueltamente hacia un flaco poste de alambrado y, frente al espacio abierto, encima del valle y por todos los lados, se entregó al largo deleite de aliviar sus necesidades. Recuerdos de Nueva York, de Lima, de Bolivia - pero, en Bolivia, nunca en las ciudades.
Dieppe.
Otro puerto; y otro punto de interés americano en Europa.
Nuevo encuentro con nuestro viejo conocido, Giovanni Verrazano. Aquí tenía asignado su apostadero cuando al servicio del rey François/Francisco I.