Tendrá que ser en transbordador de superficie, pues. Pero, con el tiempo perdido, será mañana. Y el pronóstico es de tempestades ... Increíble.
Mientras tanto, últimos destellos de la British Broadcasting Corporation, y últimas mesquindades de los baños públicos reinanónimos.
Quizás no sin paralelismo - mejor dicho, con mucho paralelismo - en esta misma fracción de segundo, acaba de desatarse, como un relámpago, un recuerdo de México; de aquel interlocutor en una conversación callejera, no nos acordamos en qué ciudad fue, al cual comentábamos la vergüenza de tanta basura en el suelo por todos los lados, y que nos contestó: "¿Qué importa un poco de basura cuando tenemos tanta cultura que admirar?" Otra vez, el elemento angloeuropeo tiene similitud con Iberoamérica, y contraste con Angloamérica, con sus prioridades al revés.
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Esta mañana, finalmente, transbordador, sí; tempestad, no: felizmente, los pronósticos climatológicos - con todo su admirable poderío electrónico en vez de la antigua usanza del dedo mojado al viento - son, todavía, más especulaciones que sentencias.
Navegando hacia Calais.
Calais. En tiempos de Colón, que es la perspectiva temporal que nos interesa tener, cuando podemos conjurarla, todavía estaríamos en territorio bajo bandera inglesa.
Paso por migraciones y aduana - hoy, francesas después de siglos de contiendas - suavísimo. Migraciones, una ojeada a los pasaportes, una amable observación; 20 segundos o menos. Aduana, como si no existiese; en nuestro caso, no existió.
¿Dónde están los horrores de nafta limitada a la capacidad del tanque principal del vehículo, y otros horrores, según la austera información oficial recogida durante nuestros preparativos? ¿Dónde está el mal genio de los aduaneros franceses? Si existe, nosotros no lo sufrimos. Por otra parte, en casi todos los países hasta ahora, así también lo notamos: más severidad en el papel, más flexibilidad en la práctica. "Casi" porque creemos que, en Quisqueya, en el papel no puede haber sido más inconmovible, impenetrable, refractario, implacable, que lo que fue en la práctica que sufrimos. ¡Once días de aduana, o cuántos fueron!
Pasando por Calais.
Por alguna razón, nos llama la atención el gran espacio libre alrededor del edificio municipal, poniendo de relieve la arquitectónica. Quizás en contraste >>>>>>>>