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Todo lo cual, naturalmente, no puede no suscitar en nosotros un vívido paralelismo con todas las historias de robos de objetos arqueológicos en países de antiguas civilizaciones americanas, para su venta por contrabando en Vespuccia y en Europa. Y es que el motivo de tales robos en Eria - porque estos robos de objetos antiguos no son una particularidad de esta iglesia sino un flagelo nacional - el motivo es también la venta de los objetos robados, por contrabando, en el continente, como los Ireses y los Reino-Anonimenses llaman Europa continental occidental. (Nosotros entenderíamos semejante tráfico hacia Vespuccia, donde cualquier cosa que no sea plástico de las últimas décadas, de donde venga, llena el vacío de antigüedades propias, pero ¿Europa?)


Estos dos se salvaron

Y nos contó el vecino otra cosa que no puede no conjurar un vívido paralelismo en nosotros. Nos contó que, en el cementerio alrededor de la catedral, cuando se sepulta un difunto cuya familia ya tiene un finado allí enterado, se abre la tumba anterior, se recoge cuidadosamente los huesos, se ahonda la tumba, se arregla los huesos viejos respetuosamente en el nuevo fondo, y por encima se coloca el nuevo ataúd. Y así sucesivamente, muerto trás muerto, generación tras generación, en cada familia. El otro vecino confirmó lo dicho y agregó gráficamente, como ilustración práctica, que él ya sabía dónde y con qué generaciones iría a dormir su postrer sueño.

¿No es ello el mismo espíritu, de veneración de los antepasados, y de participación viva de las generaciones idas en la vida de las generaciones de turno, evidenciado en los entierros segundarios practicados en ciertas sociedades americanas precolonenses - claro que, en el caso aquí, sin llegar a hacer un festín y pintar los huesos de rojo u otro color, uno por uno?

Dos comentarios finales.

Esta iglesia catedral nos enfatizó luminosamente lo obvio en substancia, pero fácilmente olvidado, hasta ignorado en práctica, a saber que lo que hace una iglesia una catedral no es tener tamaño y pompa sino tener una cátedra. Esta iglesia no es extensa, ah pero tiene cátedra.

Esta iglesia tiene un administrador cuya astucia uno no sabe si loar como risueña ocurrencia o fustigar como despreciable descaro. Esta iglesia catedral tiene una misa dominical cada ... quinto ¡quinto! domingo del mes. ¿Cuántas misas es por año?  ¿Cuatro misas, cinco misas?

Ah, sí, este sitio es Clonfert, en el corazón de Eria; originariamente, y hoy mismo, el Clúain Ferta de los Keltas.

Y, en la maraña del matorral, todavía siguen en pie, marcando cuatro hileras en cruz, árboles más antiguos por varios siglos que cualquier otro vestigio visible de los sucesivos monasterios - y creciendo; árboles plantados por los monjes de turno cuatro siglos después de San Brendan, en el siglo X, por su >>>>>>>>