Ahora sabemos, de la propia boca y pluma de los países c/keltas que tocamos hasta ahora, Gales y Eria, cómo ellos escriben y pronuncian a sí mismos. Escriben celt, celtic y pronuncian kelt, keltic - y no por ilogismo sino porque en su idioma la C, a diferencia de otros idiomas, siempre suena K. Así, el lugar de embarque de Madog ap Owen Gwynedd, que escribimos Aber-Kerrig-Gwynyon, en realidad se escribe Cerrig si bien se pronuncia Kerrig. De manera que damos punto final a nuestra confusión, vamos a respetar la pronunciación por los propios interesados; pero - ya que no escribimos en idioma gaélico - vamos a salvaguardar la lógica del idioma castellano, con la ortografía "kelta" en vez de C; si es que lógica castellana puede haber con una K que tendría que ser una Qu. Nos preguntamos cómo es la situación en otro país kelta, Pequeña Bretaña. Probablemente nos enteraremos.
► En las rutas, confusiones son realidades diarias. Distancias están marcadas, a veces en kilómetros, a veces en millas. Velocidades máximas, siempre en millas. Los carteles direccionales están colocados en sus postes de tal manera que, a veces, se vuelven una absurdidad hilarante y, a veces, un irresponsable e inadmisible peligro público. Resulta que los postes son tubulares y que los carteles están colocados con grampas circulares, de manera que cuando las grampas se aflojan, lo que vimos que ocurre, los carteles direccionales se vuelven carteles giratorios, carteles-veletas que se detienen donde el viento perdió su aliento. Cuando un tal cartel-veleta con el nombre de una ciudad apunta a una pared o un matorral, es sólo una absurdidad hilarante; pero cuando apunta a una ruta incorrecta en un cruce, es un irresponsable e inadmisible peligro público.
En aquel sitio cerca del torrente con los cisnes y las truchas, tuvimos días enteros para observar un tal cartel-veleta e imaginarnos una comedia, con un viajero llegando al cruce, siguiendo la dirección indicada por el cartel-veleta, volviendo, un tiempo más tarde, al cruce por haberse dado cuenta de su error, fijándose "mejor" en el cartel-veleta, apurándose por esa nueva dirección, volviendo otra vez, un tiempo más tarde, fijándose una tercera vez en el cartel-veleta, viéndolo apuntar en una tercera dirección y preguntándose si él (el viajero) se había vuelto loco. Siendo una comedia barata ..., pero no en una carretera pública.
► Una vez, sufrimos por experiencia propia cómo la estrechez de muchos de los caminos cambia de incómoda-y-algo-peligrosa durante el día a dramática-y-muy-peligrosa de noche - cuando cada cruce con otro vehículo es un acto de fe; sólo diez minutos fue, pero no más manejo nocturno en Eria.
► Y la realidad de otra yuxtaposición nos petrificó: de la estrechez de muchas de las rutas y de la abundancia de abrevaderos alcohólicos como centro obligado de la cultura social. Qué invitación a desastre. Justamente se promulgó una ley por la cual quien maneja con 85 mililitros de alcohol, creemos que es, pierde obligatoriamente su licencia de manejar por dos años.