Mañana, será hacia nuestro próximo tema de peregrinaje; Brendan, en Irlanda.
Ah, sí, ya se nos había olvidado. En la playa frente a la capilla-reducto, encontramos, en la línea más baja de marea baja, entre los millares, los millones, de cantos rodados, un canto rodado, pequeño, bien proporcionado, bien pulido, con un círculo alrededor suyo en rojo oscuro, de línea fina e inestable, con un punto grueso en un lugar de la línea fina, como si fuese un círculo inscrito a mano levantada, empezando y terminando en el punto grueso. ¿Formación geológica o artefacto que resistió mareas por tiempos ignotos?
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Viajando por el norte de Gales hacia Holyhead, puerto de embarque hacia Irlanda.
Más ovejas. Cada oveja está marcada en su vellón por una mancha del color de moda en su manada. Nos hace acordar de las llamas del Altiplano, cada una, con su marca de cinta de color en sus orejas.
Las ovejas
Estamos agradecidos de que hasta ahora no vimos, ni una vez, el inamistoso cartel "Fuera" tan común y deprimente en Vespuccia.
En los pueblos, hay un sorprendente problema de vehículos estacionados en la calzada de calles - aun de la calle principal - con no más anchura que lo estrictamente necesario para dos manos de tráfico, por cuanto, con cualquier vehículo ahí estacionado, queda espacio sólo para una mano de tráfico, de manera que, frecuentemente, una mano de tráfico tiene que dejar pasar a la otra; un problema que, en lógica, tendría que ser contra alguna ley pero aparentemente no lo es porque parece lo común aceptado; un problema que ni se soñaría en América angla y tampoco ocurre en América ibérica, aun con toda su efervescencia vial independista. Extraño.
Por lo menos, esta necesidad de ceder el paso mutuamente es un ejercicio en cooperación social, en respeto mutuo, en vez de un egoísmo institucionalizado "ahora tengo derecho yo, lo demás no me importa" a la vespucciana.
Esta cooperación social da lugar, a veces, a una cortesía de las luces que nos hace pensar en los lentísimos, pesados, camiones en las sinuosidades de las rutas - mexicanas, creemos que era. Aquí, a veces, cuando no es obvio quien tendría que pasar primero, los dos candidatos a pasar detienen la marcha, y aquel de cortesía más rápida guiña sus faros para significar que da paso al otro. Una telegrafía, o cortesía, similar a aquella de esos camiones a paso de tortuga en las sinuosidades mexicanas, cuando guiñan su luz trasera izquierda >>>>>>>>