Incidentalmente, el mismo interés revelador se da cuando se mira un mapa de América al revés; se descubre cosas que siempre se tuvo bajo la nariz pero que nunca se percibió en su justo significado.
Todo ello ya empezó dando, y seguirá dando, a esta Expedición Panamericana el realce inobtenible desde el interior de ella misma.
Lástima que siga sólo un nebuloso ensueño hacer lo mismo con, y en, Africa, continente que siempre llevamos presente como otro aporte substancial a la realidad americana.
Y el paulatino proceso de transfiguración de nuestro nebuloso ensueño en ensueño razonablemente realizable se aproximó tanto a un visto bueno irreversible final que vamos a ir al estado de Vermont.
¿Por qué a Vermont, que no se encuentra a la vuelta de la esquina?
Porque la perspectiva de un Epílogo Europeo a nuestra Expedición Panamericana está cambiando, de manera verdaderamente fascinante, en importancia práctica, la importancia abstracta de las referencias que escuchamos, y anotamos, en Mystery Hill, en New Hampshire, tantos años atrás, en las primeras semanas de la Expedición, respecto a otros sitios propugnados como celtibéricos, incluso más tierra adentro; con cámaras semi-excavadas, algunas auténticamente megalíticas, en notables cantidades - quizás algo de 200 de ellas; y con otros vestigios, más específicos que cámaras, aun megalíticas, y más agudamente atractivos, ahora, para nosotros, con nuestro Epílogo Europeo, como ser inscripciones varias; y, "en la zona de South Woodstock, en el estado de Vermont", con un grabado en roca, en forma de un escudo con temática igual a la temática gráfica de tales escudos grabados en Portugal; sitios que no nos fue posible intercalar, así de imprevisto, entonces, en lo que, aun sin ellos, era ya un doloroso y creciente desajuste entre el tiempo exigido - más allá de lo calculado - por la abundancia de intereses no anticipados y la inamovible escasez de tiempo disponible que no podíamos estirar, por la necesidad ineludible que teníamos de viajar sobre el océano Artico helado en invierno. ¿Cómo podríamos olvidarnos de aquel apremio?
Por ello vamos a ir a Vermont; a calafatear esta deficiencia, entonces, imperativamente inevitable, pero en un tema ahora de importancia porcentual dentro de nuestras perspectivas indudablemente mayor que entonces. Vamos a Vermont, pero no sin dificultades.
La dificultad es que estos sitios, así como todos los sitios celtibéricos en Nueva Inglatera, salvo Mystery Hill - que se encuentra bajo vigilancia constante - son secretos conocidos sólo por sus descubridores y por los colaboradores cercanos de éstos, por temor a vandalismo - temor que bien entendemos por todo lo que escuchamos, y a veces vimos, respecto a vandalismo como flagelo de lugares arqueológicos.