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recibimos una muy seria advertencia de aquellos Moscovitas de que el capitalismo y la libre empresa están siendo implantados con tanto empeño que, ahora, apareció e impera un pogrom de criminalidad floreciendo como hubiese sido imposible imaginar bajo el comunismo, terrorizando desde automobilistas en las carreteras hasta hombres de negocios en sus oficinas.

Lo que nos hace acordar de que escuchamos algo parecido, ocurrido en el Paraguay después de nuestra visita. Cuando estábamos ahí, que era bajo un gobierno que ciertos círculos extranjeros vilipendiaban como siendo dictadura, no había delincuencia, salvo como aberración; disfrutar de las cálidas calles de Asunción a las tres de la madrugada sin aprensión era parte normal de la vida. Ahora, según escuchamos, con la substitución de aquel gobierno por un régimen laudado por ciertos círculos extranjeros como de libertad, se terminó la tranquilidad; asaltos y robos se volvieron cosa de cada día, y noche. Interesante.

Naturalmente, también hicimos averiguaciones consulares, y espigamos impresiones varias preliminares, respecto a otros países, aquellos que, si bien no son parte de esta Expedición, tendremos, o podríamos tener, que cruzar.

Los comportamientos de estos consulados cubren la misma extraña gama ya detallada.

De las impresiones preliminares, nos querremos acordar de las siguientes:

- Alemania.
"Velocidad recomendada en las autopistas: 130 kilómetros por hora." Con razón que, en Europa en general, exigen seguro automotor a favor de terceros de monto "ilimitado", y eso quiere decir ilimitado - otro tema, para otro momento.

- Bélgica
"Es el centro de Europa." (¡!)

- Suecia.  
"Luces de vehículos siempre prendidas, día y noche."

- Finlandia.
"Vehículos de menos de 1.800 kilogramos (aproximadamente 900 libras)." (¡sic!)

Por otra parte, a juzgar por los folletos publicados en inglés en varios países de Europa donde el inglés no es el idioma autóctono, parece que Europa en general está siendo sumergida por el virus de los peores analfabetismo e inconceptualismo anglos - a no ser, como última esperanza, que todos estos folletos hayan sido escritos por Vespuccianos. Todos los mismos desatinos de analfabetismo e inconceptualismo que nos asombraron en el inglés nativo de Vespuccia nos asombraron ahora aún más traumáticamente en el inglés aprendido de los países europeos con los cuales tuvimos contacto. (Queremos esperar que, entre los países que no contactamos, algunos utilizan el inglés de manera más sensata dentro de lo que el idioma inglés permite.)