y significa, por otra parte, que llovió toda la noche sin parar, y que esta mañana, a las cuatro, cuando nos despertamos, todavía llovía - recién alrededor de las seis dejó, por fin, de llover.
Salimos de nuestro bosquecillo de tamariscos para echar a andar, y nos encontramos con la novedad de que, debido a las lluvias, todos los caminos de contacto entre este Valle de la Muerte y el mundo exterior están cortados por derrumbes y por destrucción de las calzadas - salvo uno; así que vamos a tomar éste, tanto más que era, de todos modos, por él que queríamos salir. La suerte está con nosotros.
Hemos recorrido unos kilómetros y tenemos otra ilustración de la diferencia entre saber y sentir. Una cosa es saber que, en un desierto, la erosión es muy intermitente pero puede ser muy violenta, y otra cosa es ver los destrozos causados por la lluvia de anoche en la carretera, con trechos de calzada, perfectamente buenos hasta ayer - ... ah, pero momento, tenemos que interrumpirnos.
Tuvimos que interrumpirnos porque nos encontramos con una maravilla del desierto. Otra vez, uno de aquellos casos cuando una cosa es saber y otra cosa es ver. Sabíamos que, después de una lluvia, la aridez de un desierto se cubre de una mantilla de florcitas, pero verlo es otra cosa; y lo que nos interrumpió recién fue la vista de la frescura de hermosas flores creciendo alegremente entre las piedras. Tuvimos que tomar unas fotografías.
Lo que estábamos por decir era que habíamos visto trechos de calzada, perfectamente buenos hasta ayer, hoy, en unos casos, cubiertos por aluviones de piedras y barro, y en otros casos, totalmente despedazados y arrastrados.
Ahora, llegamos a un lugar donde el agua todavía está trabajando; vemos la obra de erosión en plena acción - el agua lleva tanto barro que más parece barro muy chirlo que agua; va socavando el terreno, y si sigue así, aquí también el asfalto de la carretera no tardará mucho.
Como otra variación sobre el mismo tema, una cosa es conocer los principios de la erosión, y otra cosa muy diferente es ver su acción implacable, obrando.
Estamos saliendo del Valle de la Muerte. No sabemos si recalcamos suficientemente la belleza, la variedad, de los colores de cada cerro, y de cada serranía, en particular; creemos que es debido a las lluvias de estos últimos días que los colores luzcan tanto y se destaquen y contrasten tanto. Más de una vez, el despliegue de este calidoscopio de colores nos hizo pensar en los colores del follaje de Nueva Inglaterra; y, de hecho, encontramos, en las tentativas de fotografiar este despliegue de colores, las mismas dificultades, si no la misma imposibilidad, que encontráramos cuando tratábamos de captar en película el calidoscopio de los colores de Nueva Inglaterra.