más favorables en mi salud. En Vespuccia, nadie con título universitario, de doctor u otro, en cualquier disciplina que sea, tiene derecho - no sabemos si por ley pero ciertamente por costumbre - a ser llamado por su título - salvo los doctores en medicina.
Un doctor en cualquier otra disciplina es un Nadie. Y así va con otros títulos universitarios. Un ingeniero es un Nadie, un arquitecto es un Nadie, si bien se merecerían tanto respeto por sus esfuerzos y logros como cualquier médico. Y así, en este ambiente de discriminación, solamente los médicos tienen placas de coches con la identificación de MD, mientras los otros profesionales se arrastran con las placas plebeyas de todo el mundo. Y así es que sabemos que incluso augustos coches de médicos botan basura al suelo en Nueva York.
Oh, momento. Corrección. Hay otra cofradía a la cual se prodiga con casi igual abundancia y obligatoriedad la denominación de "doctor". La cofradía de los clérigos. Además, si bien no tienen derecho oficial a placas especiales para sus coches, sus coches están frecuentemente identificados por un cartel "clero". Y ¿por qué? se maravilla uno. ¿Qué relación hay entre médicos y clérigos? Pues, es obvio. En ambos casos, salvación. Misteriosa y esencial salvación del cuerpo y del alma.
/■\ Volviendo a los médicos. Tenemos en mano una estadística del estado de salud de los Vespuccianos. De la larga lista, quizás sólo cuatro puntos serán suficientes para explicar la susomencionada discriminatoria reverencia; y los copiamos:
• El Servicio de Salud Pública reconoce como de buena salud solamente el 1,5/oo >>de los Vespuccianos.
• Visitas a consultorios médicos suman un término medio de cuatro visitas por >>cabeza por año; a lo cual hay que agregar un término medio por cabeza y por >>año de una visita a salas de emergencia.
• Solamente 14/oo de niños logran pasar una prueba básica de estado físico.
• Más de la mitad de los Vespuccianos está gorda, y sin embargo mal-nutrida.
/■\ Volviendo a los títulos universitarios.
Mientras la esfera hablada es tal como ya descrita - de mismo modo que sería impensable dirigir la palabra a un doctor en medicina sin su título, igualmente sería impensable dirigir la palabra a un doctor en otra cosa con su título; e igualmente sería impensable, por ejemplo, dirigir la palabra a un arquitecto con su título como Architect X, en vez de simplemente Mr. X - en la esfera escrita, o sea en tarjetas de visita, membretes, etc., los doctores de otra cosa que medicina se atreven a agregar después de su nombre un humilde, genérico, PhD, o sea Doctor en Filosofía, formulita tan degenerada, tan diluida, que un doctor en agronomía, por ejemplo, es un PhD, o sea Doctor en Filosofía en Agronomía, y, por colmo, un doctor en filosofía de verdad es un >>>>>>>>