Y sí, nosotros también tuvimos que sufrir la destructividad del vandalismo. Una noche, a eso de las 3:30, sobresaltamos de nuestro sueño por un fuerte golpe en nuestro vehículo, entre voces de una patota. Resultado: una hundidura en un guardabarro, probablemente por una patada.
/■\ Y los meadores en la calle. Algo que nunca nos hubiésemos imaginado posible en Vespuccia cuando nos asombraba en Lima.
Pero sí, los vimos los meadores neoyorquinos; contra la pared, entre coches en doble fila, desde la acera con la cara - y lo demás - hacia la calle, incluso, lo mismito que en Lima, contra nuestro propio vehículo. Tenemos que pedir disculpas a Lima por no haber sabido, entonces, que está en buena compañía con Nueva York; aclarando, por espíritu de justicia, que Lima se lleva la palma.
Los conductores de taxi tienen su técnica propia:
→ fijándose intentamente en el motor, pero haciendo otra cosa contra el coche;
→ buscando algo en el baúl, pero haciendo otra cosa contra el coche;
→ llenando un frasco ahí no más en su asiento, vaciándolo luego por la puerta, preferentemente a lo largo de nuestro vehículo porque éste les ofrece más reparo que los cochecitos comunes.
Algo que ni en Lima vimos, ni en otra parte, fue la luna llena de un trasero de mujer entre dos coches estacionados. Claro, en otras partes, tenían las polleras campanas y la costumbre de acuclillarse aun cuando sólo para descansar esperando algo.
/■\ Los taxímetros neoyorquinos tienen la misma característica que nos había parecido bien extraña, para no decir grandilocuentemente burrocrática, en Bolivia, la característica de llevar su número de placa también pintado en las puertas. Tenemos que pedir disculpas a los taxímetros de La Paz por no haber sabido, entonces, que están en buena compañía con los de Nueva York.
/■\ Los vehículos escolares de Nueva York nos hacen acordar de los rompemuelles en ciertos villorrios.
Así como los rompemuelles en villorrios donde el suelo de por sí no permite una velocidad mayor de 5 kilómetros por hora denotan una megalomanía burrocrática, o lo que sea, así estos vehículos escolares en Nueva York, con sus metrallas de luces rojas prohibiendo a otros vehículos adelantárseles, cuando, de todos modos, sería imposible adelantárseles, por la estrechez de las calles, denotan la misma megalomanía burrocrática, o lo que sea.
/■\ Así como vimos en Lima y en Ciudad México serenos pagados por vecinos para mitigar la impotencia de la policía, así hay aquí, en Nueva York, guardas pagados por vecinos para mitigar la impotencia de la policía. La diferencia es, según vimos, que, en Lima o México, los serenos están en servicio toda la >>>>>>>>