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la isla de Manhatan, incluyendo una de nombre ¡Wall Street Synagogue!; y probablemente bastante más si se incluyera todas las micro-sinagogas en una sola habitación o un solo piso de una casa particular para reuniones de unos pocos caftanes barbudos cabalísticos;

en una ciudad así, nos pareció apropiado, en realidad una oportunidad sin par y de no perderse, visitar el Museo Judío.

Obviamente, el primer, y mayor, y último, problema de un museo judío es cómo evitar una palabra inevitable; cómo no mencionar un rebelde, un tránsfugo, que sin embargo permea cada fibra del quehacer humano; cómo referirse a Cristo sin referirse a Cristo.

Una posibilidad, la posibilidad utilizada en este museo, es recurrir a un poco de prestidigitación literaria. Muy sencillamente, entre las letras a.C. (antes de Cristo) astutamente intercalar una E, y al instante se tiene a.E.C. (antes de la Era Común) - claro que sin resolver el problema básico, de que la tal era común sigue empezando con Cristo, sigue siendo la era cristiana, con todo el indecoroso fastidio que ello supone e impone.

¿No habría otra manera? ¿Como, por ejemplo, utilizar el fechario judío - tanto más que la gran mayoría del público es judía; con sólo una vez una referencia de relación entre el fechario judío y el fechario cristiano para los pocos no-Judíos?

Algunos casos para ponderar:

Primero, hubo los Israelitas; no había Judíos.
Los Israelitas ya tenían su religión monoteísta, en oposición a la religión politeísta de sus vecinos, los Canaánitas, con, entre otros dioses de éstos, nuestro conocido, el dios Baal.
Fue cuando los Israelitas fueron vencidos, en 586 a.C. - bueno, a.E.C. - por Babilonia, y desparramados fuera de su tierra, y cuando empezaron a utilizar su religión como medio de sobrevivencia de su identidad, que su religión se volvió judaísmo, y ellos, Judíos.
No confundir el Baal de los Canaánitas con el posterior Ba'al de los Judíos - de Ba'al Shem Tov, una secta de místicos de principios del siglo XVIII (no vamos a especificar de qué Era, así no nos pondremos en problemas).
Fue para aguantar mejor sus tribulaciones que los Judíos desarrollaron, en el siglo II a.C./a.E.C., el concepto de mesías por socorrerlos en algún momento - preparando así el terreno, sin imaginárselo, para que, solamente doscientos años más tarde, uno de ellos se volviese el mesías Cristo y algunos de ellos se volviesen Cristianos - mientras que otros Judíos siguen esperando su mesías, habiendo rechazado aquel y, desde entonces, también por lo menos dos otros candidatos a mesías propuestos.
¿Cómo pueden haber podido los Judíos a la vez adaptarse, en tantas maneras, >>>>>>>>>>>>>>>>