Alguien, con, de un lado suyo, un todavía abundante juego de loza fina, del tipo decorado con escenas "románticas" en azul todo alrededor, incluyendo platos playos, platos soperos, tazas, platos menores; y con, del otro lado suyo, ya una pila de cascos de loza fina, etc. etc. penosamente rota; y el hombre, tomando las piezas del juego, una por una, y lanzándolas hacia su destino de destrucción, aumentando la pila de desastre.
De inmediato, le preguntamos por qué lo hacía; porque no le tenía uso, nos dijo. De inmediato, nos llevamos todas las piezas todavía intactas. Nosotros no tenemos uso para tanto peso y volumen en nuestra vida nómada. Pero dejamos todo en un lugar bien a la vista para que alguno de los cosechadores-exploradores-mineros se lo lleve y aproveche. Vimos que era loza fina de Finlandia y de Austria. Para nuestra satisfacción, alguien se la llevó.
En otra oportunidad, vimos un hombre con una mesita baja, de algún material moldeado, en buenas condiciones, romperle una pata antes de dejarla en la basura. ¿No es semejante depravación un crimen de lesa-planeta? ¿No se merece una buena plaga de privaciones?
/■\ Avenidas tramposas.
Ya mencionamos, en oportunidad de nuestra estratégica escapada desde Buenos Aires a Nueva York, que, en Nueva York, el concepto de avenida como arteria de rápida llegada a un punto de importancia, y de calle como paso utilitario local, no existe; que todo lo que va norte-sur es avenida, todo lo que va este-oeste es calle, aun cuando, a veces, tan ancha y concurrida como una avenida.
Pero hay más.
Casi todo está bien numeradito, así que es fácil movilizarse. La palabra clave es "casi". La trampa es que hay excepciones, y justo en la parte más concurrida por turistas y otros forasteros.
Se empieza a caminar desde la Tercera Avenida hacia la famosa Quinta Avenida, con la confortable convicción de que serán dos cuadras. Pero, la primera avenida que se cruza no es la Cuarta como se esperaba sino algo llamado Lexington; y la siguiente avenida tampoco es la Cuarta, es algo de nombre Park Avenue; con anxiedad naciente, se sigue caminando y la siguiente avenida tampoco es la Cuarta, es la avenida Madison. Con anxiedad creciente, un último esfuerzo hacia la próxima avenida; desde lejos, cuando el cartel ya está a la vista pero todavía no legible, es obvio que no es una palabra sino un número. Con esperanza, por fin la Cuarta Avenida. No. La Quinta. De la Tercera a la Quinta, en vez de una despreocupada caminata de dos cuadras fue una confusión creciente que no se mide en cuadras o tiempo adicionales sino en angustia creciente.
Hablando de avenidas tan famosas como la Quinta y la Park, cualquier nivel económico-social puede vivir en ellas, sin límite para arriba o para abajo. >>>>>>>>