muy superior a las tarifas comunes, servicios ofrecidos descarada- y gráficamente en la calle a la vista de todos pero cobrados "discretamente" según reza un folleto alguna vez insertado en la ventanilla de nuestro vehículo (como en las ventanas de todos los vehículos estacionados).
Tenemos coleccionados unos cincuenta tales teléfonos simplemente recogiéndolos uno por uno de la ventanilla o del limpiaparabrisas de nuestro vehículo. Algunos de los folletos o tarjetas no dejan duda, por palabra o por dibujo, en cuanto al modus operandi anatómico.
Hay tales folletos en imitación de billetes de banco para que la gente los recoja creyendo que es dinero del bueno; donde los billetes auténticos dicen "Federal Reserve Note", los folletos de pornófono dicen "Federal Sex Reserve".
Los "billetes de banco"
También hay pornofolletos en imitación de las boletas que suele dejar la policía, con multa a pagar, en el limpiaparabrisas por infracción de estacionamiento, para que la gente los arrebate del parabrisas y los lea creyendo que son multas de las auténticas; lo que las porno"multas" dicen, y en exacta reproducción gráfica de las auténticas, en vez de los datos administrativos de las auténticas, no vamos a reproducir, pero lo tenemos en nuestro archivo, en auténtica falsa boleta de multa.
También hay incitadores a pornofonía en forma de tarjetas de crédito, completas con imitación de las bandas magnéticas; lo que las porno"tarjetas de crédito" dicen en vez de los datos administrativos de las auténticas, no vamos a reproducir.
Bastante asombroso es que una sociedad tolere la eclosión de semejante tráfico, incluyendo la parodia agraviante de documentos oficiales. Más asombroso es que la empresa de teléfonos no es una inocente víctima indefensa contra un abuso de sus líneas sino que es la socia o la cómplice, o cuál sería la denominación apropiada, facturando las llamadas "discretamente", cobrándolas y mandando el dinero a los traficantes de pornofonía.
/■\ Autobuses.
En cada parada, tienen su recorrido y sus cruces con recorridos de otros autobuses, bien indicados. Incluso con horario aproximado - tráfico mediante. Pero, los sábados y domingos, de nada sirve madrugar: el servicio empieza recién, respectivamente, a las 8 y a las 10. ¡Las 10! Y, los domingos, termina a las ... 18. En realidad, es un favor porque, el lunes, hay que ir a trabajar, no cierto. Por lo menos así es en la línea donde nos fijamos.
Un viaje en autobús puede incluir sorpresas.
Puede ocurrir que, en una parada, de repente, como si medio suelo se abriera debajo de un lado del vehículo, y éste se queda escorado a estribor. O puede ocurrir lo susodicho, y además, que tres pasajeros tengan que renunciar a sus >>>>>>>>