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las sierras entre Nevada y el Pacífico para dar paso a la humedad oceánica. El problema está en que las montañas están fuera de la jurisdicción nevadeña, y que, muy probablemente, sería más difícil mover la burocracia que las sierras.

Viajamos por una autopista, pero es el único medio de comunicación disponible en esta zona; además, por la topografía, no deseamos otra cosa. La carretera corre por una llanura desértica bordeada, a cierta distancia, de ambos lados, por las ya habituales serranías, las que, si bien no muy altas, tienen formas bastante escarpadas e interesantes a la vista.

Creíamos haber evitado la tormenta, pero nos agarró una fuerte lluvia igual. No hace falta viajar por el estado más árido de este país y dirigirse al Valle de la Muerte, sub-entendido que muerte por sed, para encontrarse con semejante lluvia; quizás sea parte, o consecuencia, de la tormenta potencialmente peligrosa del Pacífico.

Esto es el colmo. Con la lluvia cayendo y la oscuridad ya casi cerrada, decidimos pasar la noche en el empalme de donde nos desviaremos desde la carretera principal hacia el Valle de la Muerte; y nos encontramos con que, en este Nevada desértico y a la entrada al Valle de la Muerte por sed ... el lugar estaba hecho un bañado, y tuvimos que escoger con cuidado un islote de salvación donde parar para poder salir del coche sin pisar directamente en el agua. Y ni podemos esperar a ver qué va a pasar mañana.

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Esta mañana, a las cinco, las primeras noticias son: ocho muertos, por ahora, en Alta California, debido a la tormenta aquella; con, para buena medida, dos terremotos en Los Angeles mismo, en las últimas 14 horas; y, en la zona del lago Tahoe, cerca de donde tendremos que viajar en un día o dos, cayó tanta nieve que se hundieron varios techos.

Mientras tanto, en la vecindad inmediata nuestra, no llueve, no hay viento, el cielo tiene una cobertura nebulosa deshilachada donde hay, lado a lado, la Luna, estrellas y nubes impenetrables.  Vamos a ver.

Hablando del tiempo, ayer fue el día más tibio que tuvimos en una eternidad, y quedará probablemente como una suerte de maximarca hasta nuestro regreso del Artico; la mínima de antenoche fue de 15 grados centígrados, fuera del vehículo.

Echamos a andar, pues, en dirección al Death Valley. Ah pero, momentito, ¿qué es eso? Al echar la mirada alrededor de nosotros para ver por dónde encaminarnos, descubrimos que pasamos la noche a unos 300 metros de lo que - >>>>>>>>