Luego, los arquitectos tienen que reducir intelectualmente el edificio a piedras, a piedras individuales - cuántas, exactamente, dónde, exactamente, de qué tamaño, qué forma, exactamente, en cada una, para asegurar a la vez la solidez del edificio y la combinación técnica y artística entre los motivos decorativos y las juntas de las piedras.
Y luego, los arquitectos tienen que tomar cada piedra - no físicamente porque las piedras todavía no existen sino intelectualmente - y dibujar los planos de cada una en todas sus facetas, en los más diminutos detalles y con una precisión tal que cada rasgo de una piedra continuará sin solución de continuidad en la piedra siguiente; todo, dibujado en tamaño natural, de manera tal que cada detalle del plano tendrá que coincidir físicamente con el mismo detalle en la piedra - y no un plano único para cada piedra, sino un juego de planos. Piedra por piedra para toda la catedral. Un trabajo que uno juzgaría imposible si no fuese que es innegable que fue hecho y que los planos están a la vista y a mano.
Y luego, la cosa pasa de papel (papel plastificado a prueba de muchas cosas) de papel a piedra. Cada plano o juego de planos, uno por uno, se transfigura en piedra tallada, labrada, decorada, una por una.
\+/ Primer paso. De un bloque mayor de piedra en crudo, se corta un bloque, de volumen adecuado para abarcar las medidas mayores de la piedra-obra - realmente, algunas de esas piedras labradas son tan complejas que más que piedras talladas son esculturas. Ello se hace con sierras circulares, una de ellas, de tal vez 3,50 metros de diámetro.
\+/ Segundo paso. Se da al bloque aproximado las formas generales - rectas o curvas - lo suficientemente simples como para ser reducibles a una operación mecanizada bajo procesadora electrónica.
\+/ Tercer paso. Es el paciente, minucioso, labrado final a mano, con cincel, martillo y otras herramientas.
+ A veces, para el desbaste menos crítico, es sólo cincel sin martillo porque es cincel neumático, dando muchos más impactos por lo que sería un solo impacto con martillo. Naturalmente, hay toda una variedad de tamaños y formas, por ende de peso, y por ende de impacto, de cinceles.
+ Cuando los martillos entran en acción, en las partes más delicadas, que son las que más tiempo, precisión y paciencia requieren, los martillos se empeñan en no parecer martillos; son cónicos, y de volúmenes varias veces mayores que un martillo común.
- Por qué, preguntamos.
- Porque, se nos explicó, el impacto de un martillo común, o sea metálico, es recio en exceso en este trabajo controlado, muy controlado, de la piedra, de >>>>>>>>