/■\ Y lugar favorito de muchas otras actividades. Todo lo cual tuvimos la suerte de poder observar justamente por la ya mencionada suerte de que el sitio se encuentra a unos treinta metros frente a uno de nuestros lugares de estacionamiento favoritos.
o|o También vimos, así:
grupos aficionados de ballet (moderno)
" " " (clásico)
" " teatro
" " adiestramiento de perros
" " tai-chi
grupos de escolares judíos; completos con sus solideos, yarmulcas, en la cabeza, y sus flequillos de hebras, tzitzis, saliendo de sus cinturas; de una escuela judía vecina.
o|o También vimos almas solitarias, abstraídas del mundo circundante, flotando en la visión de su tai-chi individual.
o|o También vimos un caso de terribles convulsiones de un adicto a drogas.
o|o También, cada amanecer, hay una sesión de alimentación de palomas; tiene que ser más de cien palomas, siempre por la misma persona - desde hace unos diez años, según nos enteramos.
Es interesante ver la similitud entre la psicología colectiva colombina [nada que ver con Cristóbal Colón, a pesar de la insistencia de los eruditos en tal sentido, de la cual nos zafamos con nuestro "colonense"] y la psicología colectiva humana: los grandes movimientos irracionales de masas, la inercia básica de las masas, la iniciativa desencadenante de algunos individuos en cierta dirección, la gran ola de las masas siguiendo los caudillos, la imperturbabilidad inmutable de algunos individuos inmunes a la locura colectiva, pase lo que pasare.
o|o También vimos, con las sombras del crepúsculo, aparecer vándalos que dejan, el suelo sembrado de botellas rotas y otras basuras, y el magno monumento cilíndrico y las balustradas delimitando el lugar, desfigurados, prostituidos, con chorros de pintura que ni siquiera tienen la disculpa redentora de expresar algún lema político-filosófico, como en otros países - puro vandalismo.
o|o Y, aún más tarde, de noche, el hemiciclo de bancos de piedra se vuelve dormitorio de vagos desamparados, los homeless.
o|o Y, aún más tarde, en el despoblamiento nocturno, no sabríamos decir cuándo exactamente, pero garantido que ocurre, aparecen los efractores de vehículos estacionados a lo largo del sitio, y más allá. La prueba palpable la dejan ellos mismos en el impresionante ininterrumpido sembrado de típicos granulados de cristales inastillables rotos caídos, acumulados, noche tras noche, semanas tras semanas, a todo lo largo de la acera.