cielorraso - así que nuestra idea no había sido tan descabellada; pero ahí terminaba la analogía con nuestra idea de materializar un pedazo de selva en un museo. Nada de plantas; nada de calor, de humedad; nada de vida acústica; nada de sensación. Todo, descripción cerebral. Y, cuidadosamente, nada novedoso.
Por ejemplo,
en la sección dedicada a la destrucción, por supuesto vilipendiada, y a la conservación, por supuesto encomiada, de las selvas,
→→ ¿por qué no se menciona, así como nosotros seguramente ya lo habremos enunciado, la manera de solucionar la confrontación entre los intereses de la humanidad y el derecho de cada país a hacer lo que se le dé la gana con sus recursos - los que incluyen el oxígeno de sus selvas - mediante un pago de la humanidad a los países poseedores de selvas, por el oxígeno, así como hay que pagar cualquier otro bien?
→→ o ¿por qué no se menciona que la culpa de la situación no la tienen los poseedores de selvas sino que la tiene cierta parte de la humanidad por su desenfrenado abuso de los recursos naturales?
¿Por qué? Porque esta exposición no parece de motivación científica como le cumpliría a un museo; porque coincide extrañamente con una moda, incluso chifladura, de preocupación por la salvación de las selvas todavía no destruidas - siempre, se entiende, que la tal salvación no perjudique la comodidad de la vida diaria de los preocupados, particularmente de los que más vociferan, y que también fueron los primeros, hace siglos, en destruir sus propios bosques y su propio oxígeno.
No deja de ser sugestivo de los entretelones el que haya un helado llamado "Pluviobosque", que hayamos visto una camiseta con algún lema de pluviobosque, que hayamos visto una rifa a nivel nacional con algo de pluviobosque, y que hayamos visto un anuncio para un estuche "Pluviobosque" para lápices - todo cuanto, a su vez, sugiere que toda la cosa podría ser sólo una astuta explotación del idealismo de algunos para el provecho muy materialista de otros.
■> Una vista que nos resultó muy interesante - quizás porque, en la selva verdadera, la vimos en tamaño solamente natural, no en tamaño mayor que natural - fue, en una corta película en macro, de hormigas cortando hacendosamente pedazos de hojas, cada hormiga, un pequeño monstruo. ¿Por qué no se nos ocurrió mirarlas así en la selva? Quizás esta vista resultó aun más irresistible porque era silenciosa, si-len-cio-sa. Qué bendición; aun cuando el silencio no se podía disfrutar, en el fuego cruzado de terminales auditivas vecinas destruyéndose mutuamente, y todo lo demás alrededor. Qué chifladura o >>>>>>>>