[] En la frescura de la madrugada, vimos las lerdas, voluminosas, volutas, a veces los torbellinos, de vapor saliendo en hervor de las masas amorfas; los torbellinos, más como un cataclismo tectónico que una pacífica actividad de casi-agricultura.
Todo cuanto, en principio, no es más que reproducir - en nivel exacerbado, ya que es para hongos artificiales sin fotosíntesis - las condiciones naturales para hongos creciendo en bosques y prados en materia orgánica natural en desintegración bacterial natural, con la humedad y la ambitura ambientales apropiadas; incluyendo los torbellinos de vapor de madrugada que, en la naturaleza, toman la personalidad de plácidos fantasmas de vaporcito emanando, en el clarear, de entre los árboles, y acumulándose en quietos bancos de neblina blanca encima de la floresta.
[*] Las esporas de hongos son cosas que existen sólo en la naturaleza, la teoría y los libros. En este caso, todo es asunto no de esporas sino de huevas de hongos - las que descubrimos, y anotaremos, en nuestra tercera visita, la del laboratorio.
Con todos estos prerrequisitos disponibles, la secuencia de acontecimientos en el cultivo manual es como sigue.
[1] Se llena las bandejas con composta madura, rebosante de fermentación, multiplicación de microorganismos, calor, torbellinos de vapor, fuerte olor a amoníaco.
[2] Se va verificando varias veces al día, durante dos o tres días, la continuación del calor, señal de más fermentación y proliferación de microorganismos.
[3] Se pasteuriza las camadas, manteniendo las puertas del galpón cerradas para lograr una mayor acumulación del calor y se llega a inyectar vapor de otra fuente para alcanzar el calor de pasteurización o sea de aniquilación de los microorganismos indeseables. Durante esta etapa de puertas cerradas, ocurre una gran utilización de oxígeno, por lo tanto una falta de oxígeno en el aire, y un exceso de producción de gas amoníaco y de dióxido de carbono CO², haciendo una estadía prolongada en el galpón peligrosa.
[4] Se disminuye el amoníaco, se disminuye el calor a solamente unos 22-25ºC, y se restablece el oxígeno, por simple ventilación; procurando, empero, mantener la ambitura interna de la materia orgánica en descomposición alrededor de 55ºC, ambitura preferida por las bacterias termófilas que, ahora, tienen por tarea producir proteínas, las que, eventualmente, serán el alimento de los hongos. Si las bacterias se esmeran - y se esmerarán si se les provee sus condiciones favoritas de ambitura, humedad y oxígeno - en 48 horas tendrían que tener su cometido cumplido. Desaparece el olor a amoníaco, señal de que esta etapa también se cumplió satisfactoriamente.