nadie, de las docenas de personas que tienen que haber tenido algo que ver con la preparación de los diplomas, se dio cuenta del error de ortografía.
¿No es ello otra pasmosa joya para nuestra Antología?
Cruzando Arcadia. Otro topónimo que no figura en los mapas de hoy, herencia de nuestro viejo conocido Verrazano, más exactamente de su tercer debarque, en 1524.
Frecuentes alternaciones entre campos, bosques, pueblos, viviendas sueltas. Pero sin duda, algún día, habrá más campos y menos bosques, más pueblos y menos campos, a juzgar por los centenares de hectáreas siendo obliteradas por extensas construcciones viales agregadas a la densa red vial ya existente.
Increíble. Acaba de ocurrir, como a pedido de boca, una poderosa ilustración del contraste entre el planeta en su estado prístino de antaño y, en su estado agobiado de hoy; no por comparación mental de lugares vistos a un intervalo, largo en tiempo y largo en distancia, sino, como por toque de magia, por la compenetración física, en el mismo sitio y en el mismo tiempo, de los dos aspectos, de antaño y de hoy.
Todo empezó con una cacofonía que, cuando escuchada una vez, nunca se olvida - una cacofonía que ya habíamos escuchado, en Texas creemos que fue - de gansos salvajes. Sí, nuestro oído guió nuestra vista hacia una distante, delgada y larga y fluctuante V acercándose en el cielo. Oh, y otra V; y otra V; y, allá, acercándose, creciendo segundo a segundo, una muchedumbre de fluctuantes V's, múltiples centenares de gansos salvajes. El estado primitivo del planeta por encima del estado presente del planeta.
Y luego, lo inesperado:
»»»» la primera V, por una razón totalmente desconocida de la razón humana, sin previo indicio, cambió su aeronavegación de horizontal a una abrupta bajada y, sí, empezó a aterrizar;
»»»» y la otra V, y la otra V, y toda la muchedumbre de V's, en este sitio salpicado de presencia humana, hasta cubrir el campo de una blancura como si fuera nieve - pero nieve muy efervescente, levantándose y asentándose repetidas veces en increíbles torbellinos de alas hasta calmarse un poco, y nieve tan tremendamente ruidosa como la nieve verdadera es silenciosa.
»»»» Todo ello, no en una vastedad aislada, sino aquí, en un campo entre viviendas, rutas, y a poca distancia de un pueblo.
La compenetración de lo de antaño y de lo de hoy.
Uno se pregunta por qué, cuando hay, a poca distancia, lugares un poco más apartados. ¿Quizás una memoria atávica, irreflexiva, pasada de generaciones en generaciones de gansos desde los tiempos cuando esos lugares eran todavía prístinos?