Es asombrosa la fertilidad del idioma inglés y del inconceptualismo vespucciano en absurdidades. Se cree que ya no puede haber más, y siempre hay más.
VV En Washington, también vimos cómo el sistema telefónico se puede volver tan moderno que comunicarse por él puede ser imposible.
)( A llama B. Tropieza con la maquinita contesta-teléfono de B: "Aquí, B. No estoy en mi oficina. Deje sus nombre y número. Lo llamaré a la brevedad." A deja su nombre y número.
)( B llama A. Tropieza con la maquinita contesta-teléfono de A: "Aquí, A. No estoy en mi oficina. Deje sus nombre y número. Llamaré a la brevedad." B explica: "Estoy contestando su llamada", y deja, otra vez, nombre y número (como si A ya no lo supiera) en la maquinita.
)( A llama B. Tropieza con la maquinita contesta-teléfono de B: "Aquí, B. No estoy en mi oficina. Deje sus nombre y número. Lo llamaré a la brevedad." A explica: "Estoy contestando a su contestación a mi llamada, etc."
)( B llama A: "Estoy contestando a su contestación a mi contestación a su llamada".
)( A llama B: "Estoy contestando a su contestación a mi contestación a su contestación a mi llamada".
¿Una farsa? No, un drama de la vida real. En una sociedad donde tecnología incita gente a volverse descortés y/o engreída; y donde cierta gente se vuelve descortés y/o engreída dejando la máquina contesta-teléfono conectada permanentemente, aun cuando podría contestar personalmente.
Un drama que no inventamos nosotros. Hasta por radio se llegó a comentar que se está volviendo más y más difícil comunicarse con alguien. Y una vez, en un teléfono público, presenciamos cómo una mujer hablaba con dificultad para velar su irritación, y hablaba y hablaba sin jamás una reacción de la otra parte. Y cuando colgó, dijo: "Cómo odio hablar a una máquina".
No así en las sociedades subdesarrolladas donde todavía es posible apersonarse a una puerta y hablar con una persona de carne y hueso. En esta sociedad, aquí, esta última opción no es posible porque puertas quedan ciegas, sordas y cerradas si no hay cita previa por teléfono. Y si la comunicación telefónica es imposible ... véase supra ...
Cuántas veces meneamos la cabeza, preguntándonos "¿Por qué - por qué? ¿Por qué hacerse tan desagradables, y por qué desvirtuar la agilidad e instantaneidad del teléfono, su misma razón de ser?" Explicación se nos ocurre sólo una: paranoia. Miedo pavoroso del ambiente - de asaltos, de sabotaje; para tener la garantía de saber quién llama de dónde, como medida de seguridad, algo como la >>>>>>>>