Así que, para quien quiera adentrarse en este aspecto geológico del Gran Cañón del río Colorado, éste parece ser de interés mayor y más duradero que el aspecto puramente visual.
Los cortes en el terreno vistos desde la superficie
Además, el interés visual está siempre bajo un peligro del cual nos enteramos por los amargos comentarios de un empleado de la administración: contaminación del aire. Según se nos quejó nuestro informante, la contaminación es, frecuentemente, tan densa que tapa la otra orilla del cañón.
- Y ¿de dónde viene?
- En invierno, como ahora, de una central carboeléctrica a 25 kilómetros al
norte del Cañón, con tremendas chimeneas de 230 metros de alto escupiendo
unas 70.000 toneladas de anhídrido sulfuroso por año. Y en verano, desde
Los Angeles, a 600 kilómetros al oeste del Cañón.
Y agregó el amargado informante, empleado de la administración, empleado por lo tanto del gobierno federal, que, por colmo, el 24 ó 25/oo de la central carboeléctrica, y por lo tanto de la contaminación, pertenece al gobierno federal, el mismo gobierno federal que tiene que administrar y proteger el Parque Nacional del Gran Cañón del río Colorado; lo que sólo sintoniza con el hecho de que, si bien la iniciativa de proteger el Gran Cañón como Parque Nacional surgió ya en 1887 - o sea, comentamos nosotros, apenas cuando la mayoría de los paraborígenes había sido barrida de sus tierras y de la vista de los invasores blancos, fin de comentario - la creación del Parque Nacional - en contra de mucha oposición entre los propios Blancos - ocurrió recién más de treinta años más tarde, en 1919.
Después de tanto hablar de nieve o ausencia de nieve en el cañón, pues hubo nieve en la orilla del cañón - la que cayó esta noche, pero no hubo nieve en las escalinatas del cañón. No importa; con los surgimientos y las retiradas de la neblina, con la estabilidad contrastante de las pequeñas nubes blancas colgadas en el cañón, con la maravilla evanescente de arcos iris, fueron estos ornamentos efímeros y aleatorios del Gran Cañón del Colorado probablemente el aspecto visual más interesante, llamativo y memorable, bajo el cual se pueda presentar semejante masa de inercia.
Y, probablemente, tendremos la oportunidad de comprobar si ello es cierto, porque tenemos planeado volver al Gran Cañón después de nuestra vuelta por el Artico; a su orilla norte, y en verano, o quizás principio de otoño, para verlo desde otro ángulo y en otras condiciones climáticas, y así poder comparar.
Seguimos viaje.
Hemos bajado un poco de la altitud de la orilla del cañón, lo que nos conviene porque, si bien nuestro barómetro tuvo razón a corto plazo y para nuestro propósito, aquel sistema de tormenta dirigiéndose desde el Pacífico hacia aquí tendrá que llegar obligadamente algún día, y es mejor recibirlo a altitudes más bajas, como lluvia, que a altitudes más altas, como nieve.