c) Se realiza la primera parte (de tres partes) de la impresión, que es imprimir el fondo general de un lado del billete bajo la tremenda presión de unas 20 toneladas para forzar el papel en las incisiones; y se deja secar de 24 a 48 horas.
d) Se realiza la segunda parte de la impresión, que es imprimir el fondo del otro lado.
e) Se examina la perfección de los pasos previos.
f) Se realiza la tercera parte de la impresión, que es imprimir todo lo que no es fondo, como ser sellos, firmas, números seriales, etc.
g) Ay, ¿y qué ocurre si sólo entonces se detecta un billete defectuoso, como a veces pasa? Se le substituye un billete de serie especial para este propósito, marcado con una estrella al lado de su numeración. Un nuevo jueguito: buscar la singularidad de un billete en circulación con estrella delatadora de un defecto substituido.
Pero muchos problemas no pueden ocurrir, con algo de ochocientos sensores verificando las impresiones, y, luego, los controles por mano y ojo.
El papel está hecho, oficialmente, de algodón y lino; para darle gran resistencia a manoseo y doblado. Por ejemplo, tiene que aguantar una prueba de cuatro mil doblados dobles (doblar y desdoblar) en contraste con el aguante habitual en papeles comunes, de unos cien doblados dobles. Pero tenemos la idea de que tiene que haber más que algodón y lino en ese papel. Si no, cómo, según hemos visto en ciertos países, un detector eléctrico sabe distinguir entre billetes auténticos y billetes falsificados. Mencionamos el detalle a nuestro contacto en la imprenta y él se volvió inconfortablemente entre evasivo y mudo.
Es que una preocupación de esta - y de cualquier - imprenta de billetes de banco, preocupación tan importante como todas sus otras tareas, quizás más importante, es la de quedar siempre un paso adelante de la tecnología cada vez más alta de los falsificadores.
Finalmente, cualquiera puede comprar billetes de banco en esta imprenta, en cualquier cantidad, y a un precio muy razonable: cada 150 dólares, empaquetados de fábrica en plástico, por sólo 1,50 dólar. Ah, sí, hay que aclarar que los 150 dólares no se los entregan en billetes enteros sino rebanados en tiritas irreconocibles de billetes sacados de la circulación ... Y la gente lo compra, y compra, y compra, y compra.
Oh, no, una última cosa. Hay un lema en los billetes de banco vespuccianos que no entendemos. In God We Trust. En Dios Tenemos Fe. Y nos corroen, al respecto, preguntas sin respuestas.