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desde el centro. Al parque iremos cuando hayamos terminado con Washington; para las anotaciones pertinentes.  Pobres idiotas.

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\W/ Terminado con Washington.

Por fin, de vuelta en el bosque-parque de acampar, ahora abierto - no más crisis presupuestaria federal; a disfrutar, con la intensidad, la percepción, con las cuales se disfruta cuando se sabe que es por última vez, el sosiego del bosque para campistas, felizmente sin campistas; y a poner en limpio las anotaciones, que las hay toda una pila.

Resultado de algo de treinta días - día más, día menos - de atareado, casi arduo, contacto con Washington

 DwC Washington se quiere un centro ceremonial; no una ciudad con elementos ceremoniales injertados; un centro ceremonial con una ciudad alrededor. La manera cómo lo quiere lograr impone una analogía con Teotihuacan y con Brasília: una franja de tierra estirada a manera de eje ceremonial, y edificios públicos diseminados alrededor de su perímetro. Pero con eso termina la analogía.  En desfavor de Washington.

La mejor manera de visitar Washington, o sea su centro ceremonial - que es lo que, de todos modos, Washington es para la mayoría de los forasteros - es fijarse en un plano o, mejor, una maqueta, y evitar la realidad, quedarse en casa con las ilusiones.  Ello, por las siguientes razones.

La franja de tierra, lejos de ser un eje ceremonial, ni siquiera un eje urbano, parece un terreno baldío, ya sea todavía no aderezado, ya sea arrasado por alguna catástrofe, y sólo limpiado de los escombros como Managua después del terremoto.

No puede ser, pero es fácil imaginarse que es todavía el resto de la destrucción de Washington por los Ingleses en 1812, en particular del Congreso de entonces, de la Casa de Gobierno de entonces, y de otros edificios, como represalia por el saqueo anterior de Toronto por los Vespuccianos.

Además, su superficie está aplanada, en lo transversal, más con la aproximación de un pastaje que con la prolijidad de un terreno ceremonial. Además, su largo, desde el Congreso, o sea Capitolio, al Monumento a Lincoln, tan majestuoso en una maqueta, no se percibe en la realidad por estar interrumpida la línea de visión por una joroba del terreno. Además, su perímetro, tan bien delineado por los edificios - en una maqueta - en la realidad no ofrece estructura de continuidad porque el impacto de los edificios no es suficiente en función del gran tamaño del eje baldío.