bicicleta, del tipo artista que guía su bicicleta por equilibrio balístico en vez de con sus manos, nos saludó con dos dedos en alto en forma de V; un señor salió de su casa para una charla, con qué suavidad, qué educación.
)*( Todo lo cual confirma y amplia repetidas observaciones anteriores que, por lo menos en el sur de Vespuccia, es más probable recibir buen trato de un extraño negro que de un extraño blanco.
¿Y cómo está Karel? Pues, de la erupción cutánea, después de tantas semanas, todavía quedan marcas, pero ya innocuas. La energía vital ha retornado a su nivel habitual. Desafortunadamente, las manos, si bien mejoraron muchísimo y de hecho, por momentos, están totalmente bien, todavía no se las puede considerar normales. Esperamos que no es algo permanente. Tenemos fe que no lo es.
Sí, así llegó el momento para continuar la Expedición, y técnicamente estamos listos; pero la pregunta es si estamos listos también psicológicamente; y la respuesta es que, después de tanto trabajo y ahora con tantos problemas, no, no estamos. Queremos continuar la Expedición con renovada y acumulada frescura. Ciertamente la vamos a necesitar en nuestro próximo trecho, de megaciudades, megarutas, megatodo. Decidimos, casi como desafío o capricho, quedarnos unos días más antes de encaminarnos a Washington, nuestro punto de desvío y justamente nuestra próxima meta.
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En estos días de capricho, vimos
A) la construcción de una telaraña; y vimos
B) otro tipo de araña, con su otro tipo de ... pues no se lo puede llamar >>>telaraña; y vimos
C) cosecha de maíz; y vimos
D) un delicioso caso de analfabetismo.
A) La construcción de la telaraña, según observamos con etérea paciencia, va como sigue.
# Empezó con nada: una araña colgando de dos o tres centímetros de hilo, no más - parece que arañas prefieren tener siempre un largo de hilo entre sí y posibles enemigos (una vez, vimos una araña que se había descuidado, una araña en el suelo, atacada, despedazada y tragada pedazo por pedazo, por un lagarto); empezó, pues, con una araña colgando; haciendo nada, na-da, inmóvil, colgando. Y uno se pregunta por qué sigue mirando la criatura cuando, según es bien sabido, minutos de espera no tienen fin y se vuelven - cuando ni siquiera se sabe si se espera algo, si hay algo para esperar - se vuelven eternidades.