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Lo único que logramos hasta ahora, y que debe de ser una maximarca en su categoría, es que ya pasamos aquí, a orilla del Cañón, cuatro horas sin haber visto alma viva. Ah, nos íbamos a olvidar, salvo un conejo que nos aguardaba cuando llegamos.

Esperamos que el destacamento de 26 hombres de la expedición de Coronado que estuvo aquí, como primeros Europeos, en 1540, tuvo mejor suerte, tiempo y vista, que nosotros.

Ah, pero momentito, a ver qué pasa aquí. A pesar de los pronósticos por radio de un gran sistema de tormenta formándose sobre el Pacífico y dirigiéndose hacia aquí con, según el pronóstico, efectos potencialmente peligrosos, nuestro barómetro está indicando una mejoría del tiempo; quizás se trata de una mejoría temporaria y local.  Vamos a ver.

Sorpresa de sorpresas. Parece que nuestro barómetro tenía razón; el tiempo se está levantando; y sí, podemos atestiguar que aquí está el Gran Cañón. Vamos a ver.

Pues sí.  Vimos el Gran Cañón.






 



                                                                Ninguna foto puede rendir la realidad                                 

 

 

 

 

 
                                                                 
                                                                Ninguna foto puede rendir la realidad

Con toda su profundidad, con todo su ancho, con todos sus recortes, con todos sus subcañoncitos; con un velo de neblina caprichosa - a veces desapareciendo por completo, a veces cubriendo con menor o mayor densidad partes más o menos extensas, más o menos profundas, del Cañón; con nubecitas blancas dentro del Cañón, dando perspectiva a la profundidad y a la anchura; con arcos iris, dándole un toque mágico al conjunto; agregando, todo este palpitar de vida, un ingrediente diferente que tal vez falte en los estereotipados días totalmente límpidos.

Se puede mirar el Cañón con dos ópticas diferentes.

Del punto de vista de impresión visual instantánea, es ciertamente una cosa para mirar y admirar; ciertamente pocos fenómenos de la naturaleza se le pueden equiparar.

Ahora que, después de haberlo observado un rato, uno tiene la impresión de que es muy fácil aburrirse de él; una vez que la primera impresión de variedad y de inmensidad se diluyó, el interés visual impresionista tiende a darle paso a la otra óptica con la cual se puede observar este cañón, que es su historia geológica que se desarrolló hasta darnos lo que es un imán con fuerza para atraer a visitantes tanto del Lejano Oriente - o sea, desde aquí, Europa, no cierto - como del Lejano Occidente - o sea Asia, desde aquí, no cierto - como de cualquier otra parte, por igual.

Incidentalmente, nos sorprende ver aquí, en esta época del año, en las condiciones climáticas imperantes, la cantidad de gente que hay, desde personas solitarias con sus pequeños coches, hasta mareas de turistas vomitadas por sus corpulentos autobuses de turismo automatizado.