Hopis, más correctamente, en su propio idioma, Hapitas, si no nos equivocamos.
Para insistir en el tema, tuvimos la grandísima suerte de que esto era realmente una ceremonia religiosa estrictamente no para turistas; los únicos Blancos en toda la congregación fuimos nosotros.
Ahora sí, cruzando el otro lado de la reserva de los Navajos, hacia el Gran Cañón del Colorado.
Y pensar que hace apenas 120 años, en la década de 1860, los Vespuccianos, bajo Kit Carson, estaban exterminando los Navajos, quemando y matando sus fuentes de subsistencia; y pensar que, mientras aguardaban los resultados, se divertían cortando los senos de las mujeres y jugando con ellos como pelotas.
Estamos ya a pasos del Gran Cañón; y, por ahora, parece que hemos venido para nada. La razón por la cual quisimos pasar por el Gran Cañón a esta altura de nuestra Expedición era ver el Cañón en invierno, bajo la nieve que, según razonamos, pondría de relieve sus varias plataformas de erosión. Pero, por ahora y por aquí, nieve no hay. Vamos a ver cuando lleguemos.
Bueno, hemos llegado; pero nos esperaba lo imprevisto. Estábamos pendientes de la presencia o ausencia de nieve; en vez de ello, resulta que, si bien estamos parados aquí al borde del Cañón, no sabemos si hay nieve o si no hay; ni sabemos siquiera si el Cañón está ahí; alguien se lo podría haber llevado que nosotros no lo sabríamos; en otras palabras, el Cañón está lleno de una niebla tan densa, compacta e impenetrable que parece haber sido puesta ahí a presión. Esto nos enseñará a desear ver el Cañón en invierno. Para no perder el espíritu de humor, sacamos una fotografía, y seguramente que saldrá de un hermoso gris parejo y oscuro.
Esperemos hasta mañana.
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Esta mañana, nos levantamos a las cuatro, con la esperanza de estar listos para el Cañón, probablemente no bajo un Sol resplandeciente, pero tal vez en una mezcla, que bien podría ser atractiva, de restos de neblina y tímidos rayos de Sol naciente. Lamentablemente, nos encontramos con que había nevado durante la noche, que estaba lloviendo cuando nos despertamos y que la niebla era tan densa y compacta, en lo que suponemos que es el Cañón, como ayer cuando llegamos; todo ello, amasado implacablemente por fuertes ráfagas; una mezcla de elementos ideal para no ver el Gran Cañón del río Colorado.