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Se supone que gotas de rocío son más chicas y más lerdas, y por consiguiente más aptas a producir cristales más congelados, más rápidamente, que gotas de lluvia; y se supone que, a la inversa, gotas de lluvia son más voluminosas y directas, y por ende más aptas a quedar más tiempo en congelamiento inestable que gotas de rocío. Por lo que se debe suponer que rocío es más apto a producir escarcha, y lluvia es más apta a producir enhelado.

La diferencia sonora entre la escarcha y el enhelado es notable.

>< La escarcha es siempre totalmente silenciosa. Vino, se fue - nadie, por oído, sabe nada.
>< El enhelado, especialmente en plantas esbeltas, flexibles, se vuelve una sonaja eólica de tintineo; y, eventualmente, por el movimiento, se va resquebrajando, con su propio sonido peculiar; y, con la ayuda de un aumento de ambitura, va cayendo, con su propio sonido peculiar; los tres sonidos, esquivamente extraños.

La diferencia ponderal entre la escarcha y el enhelado es notable.

>< La escarcha tiene liviandad de mariposa, el enhelado tiene opresividad de plomo.
>< Con escarcha, las plantas lucen su efímera belleza. Bajo el peso del enhelado, las plantas agachan la cabeza, doblan el lomo - en ciertas especies, extraordinariamente así; como, por ejemplo, el pino bajo el cual estamos estacionados: una mañana, nos despertamos para encontrar que, de sus ramas, habitualmente bien por encima del vehículo, dos ramas habían asentado su peso principal en el techo del vehículo y, además, habían doblado sus extremidades más aún, contra el costado del vehículo, una rama se había asentado sobre el motor, y una rama sufría a cincuenta centímetros del suelo, detrás del vehículo; estábamos presos en los tentáculos de un pulpo de madera y hielo.

░░ Luego, fue un invierno cayendo a -13 grados centígrados; -4 grados centígrados dentro del vehículo. Con vendavales de nieve. Nieve muy arenosa, seca; inquieta y punzante en las ráfagas, tratando de conquistar el mundo por su fuerza. Nada de nieve indolente, orgullosa de su cristalería, siempre temerosa por su existencia misma, tratando de convencer al mundo por su elegancia.

Cuántos recuerdos, de vastedades, soledades, de nieves, de hielos - inclusive del mar Artico helado; de ambituras, no de -13 grados centígrados, sino de -30,
-40, grados centígrados; de ambituras dentro del coche no de -4 grados centígrados sino de -10, -12, grados centígrados, cuando, finalmente, prendíamos la estufa. Sin embargo, aquí nos hubiese aterrado movernos con tanto tráfico corajoso - o inconsciente; y no nos movimos.

Pero fue sólo una crísis; la cosa está, otra vez, oscilando alrededor de cero grado centígrado, más bien por encima.