acordamos, si no hubiera consumo de narcóticos, no habría producción de narcóticos.
En El Salvador, desde mediados de noviembre, cada día fue de renovada compasión nuestra por la gente de El Salvador, por lo que, con el correr de los días y de las semanas, resultó ser la mayor y más dolorosa confrontación militar entre las dos ideologías supranacionales que, en El Salvador, pelean. Con nuestras memorias de lo que vimos, en la campiña salvadoreña, en las laderas encima de la capital, en la plaza de Izalco, cómo nos imaginamos, y cuánto sentimos, la zozobra.
Como incidente lateral, cuando los combates se extendieron a los barrios pudientes de San Salvador, se puso en desnudo un caso del universal descaro de ciertas oficialidades: la embajada vespucciana evacuó por avión especialmente fletado ciertos de los súbditos vespuccianos e insistió en que era para las fiestas de Navidad - era el 29 de noviembre.
En cuanto a Panamá, nos preguntamos por qué Vespuccia nunca mostró su desagrado con Rusia o China - que, desagrados, según su propia retórica, nunca le faltaron - invadiendo Beiying/Pekín o Moscú; ofreciendo un premio de un millón de dólares por la captura del jerarca; y, cuando éste hace una declaración por su propia radiodifusora, destruyendo el edificio a bombas y cañonazos, como lo hizo en Panamá.
Nos preguntamos también, ahora que Vespuccia, so pretexto de prevenir violencia latente contra sus ciudadanos en Panamá, causó centenares de muertos y miles de heridos entre los Panameños, en su mayoría, civiles, y dejó trece mil personas sin techo, sin contar las decenas de muertos entre sus propios ciudadanos, y los centenares de heridos entre sus propios ciudadanos, ahora que Vespuccia sumió Panamá en destrucción y caos generalizados, qué diría Vespuccia si Rusia o China, ahora, invadiese Panamá para proteger a los ciudadanos rusos o chinos en Panamá contra la violencia no latente sino muy real desatada por Vespuccia. Esto no es política; es inmoralidad y su psicología.
Qué íntimo saboreo, que no nos esté tocando ahora la parte hispano-americana de la Expedición, con nuestras caras de gringos, si bien gringos no somos; en particular, nuestra larga, laberíntica, búsqueda en Ciudad Panamá de cómo lograr el cruce de la selva del Tapón del Darién/Chocó hacia Colombia.
Cuántos recuerdos despertados, en estos tres países. Como con todos los países que visitamos y aprendimos a apreciar, sus penas son nuestras penas, sus alegrías son nuestras alegrías.
Concomitantemente, el invierno se instaló por aquí.
░░ Primero, fue un invierno con ambituras mínimas oscilando entre -5 grados centígrados y 5 grados centígrados. Tuvimos casos de escarcha y casos de enhelado.