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<> Un hombre se ocupó de las piedritas; cabalgando sobre una barrendera motorizada catapultando las piedritas en todas direcciones, y no sólo a ras de tierra sino a todas alturas en el aire, de manera que, aun ahora, hay piedritas incrustadas entre ramitas de una cerca viva.

<> El otro hombre se ocupó del elemento polvoriento. Ah, increíble. Con un motor a explosión montado en su espalda, a manera de mochila, junto con una turbina de aire, empezó a esgrimir una manguera apuntada hacia el suelo. Era evidente que para aspirar el polvo. Evidente hasta que, no creyendo nuestros ojos, vimos volutas, nubes, de polvo hinchándose en el aire. La manguera no aspiraba sino que producía un chorro de aire que transformaba el inofensivo polvo en el suelo en un increíble remolino por los aires. Como, muy posiblemente, algún día dudaremos de nuestra memoria, tenemos fotografías para comprobarlo.  Realmente increíble.



Y el polvo se asienta en otra parte ...

<> Nos acordaremos, pero nunca entenderemos. Tanta maquinaria, tanto capital invertido, tanto gasto en combustible y desgaste, tanta contaminación de los oídos, de los pulmones, para una "limpieza" de bufonería de circo, o locura de manicomio - a más del daño personal sufrido por el hombre del motor a explosión en la espalda, por sus pulmones, corazón y demás órganos sometidos directamente a las sacudidas, sus oídos, a centímetros del ruido ensordecedor, su nariz, a centímetros de los venenos del escape; sin contar la inhalación del polvo levantado. Ah, pero, el orgullo de la alta tecnología desplazando piedritas y polvo y dejándolos reasentarse en otro sitio en vez de una humilde escoba de palma o junco, juntando piedritas y polvo para una limpieza de verdad.  Vertiginosamente increíble.

Una absurdidad así ya vimos, y en más grande, pero en variación tan diferente que es para pasmarse una y otra vez como si fuera la primera vez.

o|o   Hablando de estacionamiento, Shallotte es un exponente de la inhospitalidad, del ostracismo forasterófobo, de la casi totalidad de los pueblos vespuccianos: no hay, en Shallotte, ni en miles y miles de otros pueblos vespuccianos, un solo centímetro cuadrado de estacionamiento público en las calles como hospitalidad para forasteros; el único estacionamiento en existencia está, como una limosna, mejor dicho como un interés egoísta bien calculado, en los parqueos de los negocios - y solamente mientras se efectúa una compra, después de lo cual, fuera, como un paria. Ay, dónde está el subdesarrollo de las calles acogedoras, de las plazas hospitalarias, donde un forastero puede descansar sin persecución.

o|o Hablando de esclavización por tecnología, por ruido, por contaminación del aire, una de las grandes actividades de los Vespuccianos de suburbios y de pueblos chicos, es cortar sus céspedes; parece el deporte o la diversión más universal en Vespuccia.