escribir cualquier cosa, sólo aquello que los obreros y empleados necesitan saber leer y escribir para desempeñar sus tareas.
~ Después de tres o cuatro semanas de aumento en los precios de la nafta, de manera que lo que había costado de 0,87 a 0,92 llegó a valer de 1,10 a 1,24, tropezamos con un programa en el cual el locutor, y los oyentes llamando por teléfono, fustigaban en perfecto concierto tan desvergonzados aumentos, y "justamente en la época estival, cuando más gente viaja y más nafta gasta". Ahora bien, hay una cosa que nosotros no entendemos: ¿No es esta misma gente la que, muy patrióticamente, se enorgullese con vivir en el máximo país de la libre empresa donde la oferta y la demanda establecen los precios y no el estado? ¿Por qué se molesta, entonces, esta gente que alguien ejerza su derecho de libre empresa al intentar un precio tan elevado como le parece que el mercado va a tragar? ¿Por qué, si no le gusta el precio de la oferta, esta gente campeona de la libre empresa, simplemente no restringe su demanda, en vez de rezongar? Además, ¿se escandaliza esta gente - o cualquier gente - cuando los hoteles, por ejemplo, suben sus precios según las temporadas? No. ¿Entonces?
~ Entre otras noticias estivales, las siguientes:
… Playas. En muchas, está prohibido bañarse, por los desechos de hospitales, incluso jeringas hipodérmicas, en las aguas y arenas. (Decimos nosotros: de bacterias no se habla; porque la gente no las ve, se supone.)
… Museos. Una pieza de museo de la cual se escuchó mucho en estos últimos días: un crucifijo en un frasco de ... orina ...
… Juego de la niñez (entre seis y once años): pretender vender y comprar. Pero no mercancías varias en un escaparate bien puesto como la "gente grande" sino, sigilosamente, pretendiendo esconderse, ... marijuana y cocaína. (Pasto picado, como marijuana, azúcar, como cocaína.)
(No, esos no son inventos nuestros, lo escuchamos por radio.)
~ Comentario encolerizado (de otro campeón de la libre empresa, se supone): "Y esos Japoneses sin vergüenza, no sólo compran nuestros rollizos de árboles enteros, dejando así los obreros de nuestros aserraderos sin trabajo, sino que, después, tienen el descaro de revendernos la misma madera en productos manufacturados." Lo que nosotros, en nuestra beata inocencia, no entendemos es por qué, cuando Japón compra a Vespuccia troncos en bruto y luego le vende productos manufacturados con la misma madera, es un descaro, y cuando Vespuccia compra cobre al Perú, o cualquier materia prima en cualquier otro país, y luego le vende productos manufacturados con la misma materia prima, no es un descaro sino una honesta astucia mercantil.