Otro atraso de varios días fue por causa de un huracán.
»»»* Una cosa es considerar doctamente cuándo es la época de huracanes, y otra cosa es encontrarse en el derrotero de un huracán de las mayores dimensiones y de la mayor fuerza.
»»»* La única certidumbre era la tremenda acumulación y el desencadenamiento tremendo de ciega furia aproximándose. La única preocupación fue por dónde el monstruo iría a retorcer su recorrido, y, por consiguiente, en qué dirección fugar para escaparle.
»»»* En este respecto, teníamos por lo menos una suerte como nadie. Los demás tuvieron que escapar en sus coches totalmente desamparados, sin recursos de cama o comida, en contraste con nuestra confortable cama y nuestra provisión de agua y comida sin depender de nada ni nadie. Los demás tuvieron, todos, que temblar por sus viviendas - y con sobrada razón, cuando se toma en cuenta que, aquellas viviendas que parecen casas son endebles esqueletos de madera aun cuando aparentan ser lujosas por fuera; y que aquellas otras viviendas que ni tratan de parecer casas son cajones de aluminio y otros materiales livianos que, aun en condiciones normales, requieren anclaje contra cualquier viento más fuerte que una brisa.
»»»* No sin razón, hay tantos refugios públicos en las zonas de huracanes, incluyendo las escuelas - por contar entre los pocos edificios de mampostería. Cómo, a aquella gente a quien mostramos, una vez, una fotografía de la estructura de hormigón-y-ladrillos de una humilde vivienda de un país subdesarrollado, y quien nos dijo, entonces, que aquello parecía una cárcel, ahora le hubiese gustado tener semejante fortaleza contra el huracán.
»»»* En base a que el huracán se aproximaba tangencialmente a la costa, decidimos alejarnos perpendicularmente a la costa, con la consideración adicional de que, cuánto más tierra adentro, más fuerza pierde un huracán. Nos alejamos 160 kilómetros. Como lo quiso el destino, el huracán, al tocar la costa, no la siguió sino que viró tierra adentro ... en la misma dirección que nosotros. Felizmente, el factor "alejamiento de la costa" estaba a nuestro favor.
»»»* Este huracán, mientras estaba encima del océano (que es sólo dónde un huracán puede crearse, mantenerse, aumentarse en tamaño y fuerza - siempre que el océano sea caliente, y el aire, caliente y húmedo), este huracán tenía un diámetro externo de unos 600/650 kilómetros, una velocidad de vientos oscilando entre 160 kilómetros/hora y 230 kilómetros/hora, un ojo de calma en su centro de unos 30 kilómetros de diámetro; y una velocidad de avance hacia nosotros de unos 20 kilómetros/hora. No sabemos qué altura, o sea espesor vertical, tenía este huracán, pero, en base a sus demás dimensiones y estadísticas, su altura debió de ser unos 10 kilómetros, quizás 12 kilómetros - lo que, por otra parte, poco importa a aquellos tratando de resguardarse a flor de tierra; sólo un concepto de monstruosidad.