aquello de Nueva York; con la toma de consciencia, por lo tanto, de que aquel sitio arqueológico no será un lugar de visita, esta vez, sino un mero punto de paso adonde regresaremos, después del trastorno neoyorquino, a reanudar la substancia de la Expedición.
Hacia Nueva York, pues, en línea tan recta como lo permite la autopista, que está justamente raspando Cincinnati por su izquierda y el sitio arqueológico por su derecha. Calculamos que nos va a llevar tres días para llegar. Qué barbaridad - y sin culpa nuestra.
Ahá, mientras estamos viajando, nuestra mente, liberada de apremios inmediatos, cristalizó una posibilidad que podría dar un diferente sabor - por darle un propósito adicional constructivo - a nuestra estadía forzada en Nueva York; la posibilidad de hacer en Nueva York, por anticipado, lo que teníamos planeado hacer en Baltimore u otro puerto, y en Washington, ahorrando así el tiempo en dichas ciudades, a saber juntar todos los datos necesarios - navieros y administrativos - para tomar una determinación final en cuanto a la idea, sólo vagamente vislumbrada pero muy tentadora, de anexar a esta Expedición Panamericana una vuelta por los países europeos invasores de América. ¿Por qué no? - vamos a ver.
Adiós a otra cubierta. Se terminó de romper la cubierta dañada en el criminal charco de Tapachula. Nos quedamos así, por primera vez, con una sola rueda de auxilio. Sólo la segunda vez que tuvimos que cambiar una rueda en toda la Expedición. Pero nos acordaremos: bajo una lluvia feroz, y al lado del infierno de la autopista, su rugido, sus salpicaduras, sus golpes de viento creados por los camiones a alta velocidad.
A pernoctar en una estación de servicio de la autopista - mejor dicho para la autopista pero fuera de la autopista porque no hay estaciones con acceso directo desde la autopista, más bien super-autopista. Aquí, nos sobrecogió un fantasma de Venezuela: por primera vez fuera de Venezuela, surtidores con un selector de varios octanajes, de la misma bomba. Recuerdos. Recuerdos.
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¡Cuántos días más tarde - cuántas semanas más tarde! Pero qué increíble cantidad de trabajo despachamos.
¿Qué línea de navegación va a dónde - preferentemente España, Dinamarca, tal vez Irlanda? ¿Quién cobra cuánto? ¿Cómo obviar la imposibilidad impuesta por el sindicato de estibadores de colocar nosotros personalmente nuestro vehículo en el contenedor y sellar éste como hicimos en Panamá, Venezuela y Quisqueya, y como lo sacamos personalmente nosotros mismos del contenedor, incluso en Miami? - ¿qué gracia habría en pagar un contenedor y dejar el vehículo afuera >>>>>>>>