\║/ Hecha la perforación - que puede ser muy profunda y costosa (una de las perforaciones más profundas alcanzó 8,9 kilómetros de profundidad y tardó tres años en terminarse) - muy pocas veces se sabe qué se alcanzó, porque muy pocas veces ocurre el espectacular surgimiento espontáneo de gas y/o de líquido.
Hay que dedicarse a largos y meticulosos análisis porque el gas y el líquido son difíciles de identificar; análisis de los sedimentos circundantes, por medición de su radioactividad en rayos gamma, por medición de su resistencia eléctrica, por observación del comportamiento de propagación acústica; y, naturalmente, análisis de muestras del putativo material fosíleofero propio, tomado de diferentes profundidades.
\║/ Recién entonces viene el momento de decidir si todo fue en vano o si hay esperanza. En el contexto vespucciano, de quince pozos buscados, perforados y analizados, en catorce pozos se decide que fue en vano. Sólo en un caso entre quince, pues, se tiene esperanza suficiente para decidir la explotación del pozo.
\║/ Entonces, hay que hacer el pozo explotable.
Hay que encamisar la perforación con tubería de acero y con cemento para evitar derrumbe de terreno y filtración de agua. Sí, pero con eso se corta la comunicación entre el pozo y las capas fosíleoferas. Para restablecer la comunicación, y el escurrimiento del fosíleo desde los sedimentos al pozo, literalmente se acribilla horizontalmente el encamisado a balazos; se baja dentro del pozo un sistema provisto de balas apuntadas horizontalmente que transforman el encamisado en colador.
/║\ Y entonces, a sacar el fosíleo.
Lamentablemente, la obtención del oro negro tampoco es una sinecura. La salida más espectacular de fosíleo, en forma de descontrolado chorro negro hacia las nubes, pocas veces se da - y de nada sirve. La salida más deseable y deseada, por autosurgencia sin que nadie tenga que mover un meñique, también pocas veces se da. En la práctica, no queda otra posibilidad que seguir bregando, de manera laboriosa, y eventualmente hasta de manera penosa.
La manera laboriosa es el bombeo, el paciente, interminable, bombeo con bombeadores de potencia y lentitud elefantinas, además con pesadísimas contrapesas para ayudar a vencer el movimiento ascendente. A veces, también se utiliza bombeadores eléctricos sumergibles. Lo malo del asunto es que sólo laboriosidad y paciencia no son suficientes para extraer todo el fosíleo nominalmente existente; logran extraer sólo el fluido más "fácil", frecuentemente, sólo un 20/oo del fosíleo existente.
Es entonces cuando interviene la manera penosa - tan penosa, y costosa, que se utiliza sólo en mercado de precios altos; en condiciones de precios bajos, no >>>>>>>>