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¿Qué más nos espera hoy?

Por lo menos, un alivio; la pérdida de agua del radiador desapareció - sola; no nos vamos a preocupar por qué, y sólo aceptamos el hecho con gratitud.

Ahora, el primer quehacer administrativo de los muchos; una llamada telefónica a nuestro corresponsal en Nueva York, a ver qué problemas nos esperan de ese lado - porque así es que ya nos acostumbramos. No nos olvidamos del documento, que el servicio de migraciones vespucciano tenía que habernos mandado por vía diplomática al consulado en Bogotá; que nunca llegó, imposibilitando nuestro retorno a Vespuccia y la culminación de la Expedición; y que recién años más tarde apareció entre el marasmo de correo extraviado en el correo ordinario, ni siquiera certificado, de Nueva York. No nos olvidamos de la sorpresa inesperable de no-renovación de la patente de nuestro vehículo, dejándonos naufragados, en la imposibilidad de viajar.

Llamada a Nueva York. Y sí, un problema no pudo faltar. Problema mayúsculo, problema con las reservas financieras de la Expedición, y que sólo uno de nosotros puede solucionar, y sólo en persona; a Nueva York alguien tendrá que ir. ¡Qué barbaridad! Siempre estar descarrilados por incidencias totalmente ajenas a nuestro esmero en la planificación de las cosas. Tenemos 19 días para solucionar el problema. Quizás tendríamos que regocijarnos de que hayamos alcanzado a telefonear ahora y no dentro de 19 días, cuando el problema hubiese sido irreversible; quizás tengamos que regocijarnos de que no nos tocó tal golpe cuando estábamos en la Patagonia u otro tal lugar.

Ahora, en vez de dedicarnos a nuestras tareas específicas que, tantas, nos esperan - como ser, recondicionamiento del vehículo, con el problema de encontrar dónde; revelado de las fotografías, con el problema de encontrar dónde, y ello de por sí una empresa de cuatro a seis semanas, y con el apuro de que algunos rollos se van venciendo; etc. etc. - en vez de ello, a organizar pensamientos en cuanto a cómo aminorar la disrupción de Nueva York.

Elegido entre varias opciones: ya que el itinerario de la Expedición está, de todos modos (y felizmente), apuntando hacia el este, o sea en acortamiento general de la distancia a Nueva York, vamos a seguir con nuestros planes normalmente como si nada, hasta el lugar y el tiempo críticos cuando la proporción de kilómetros y de días restantes nos obligará a disparar en línea recta sobre la distancia entonces acortada a Nueva York, regresando luego al punto de desvío para seguir con nuestras tareas específicas.

Cuántas cosas ocurren sin culpa propia; tampoco se puede pretender que durante siete años el mundo se quede inmutable.

Como para hacernos olvidar las contingencias físicas, aprendimos dos cosas merecedoras de interés.  Cosas japonesas.  ¿Japonesas en El Paso?  Sí.