Lo cual no es necesariamente lo óptimo; es la ilustración de exageraciones en sentidos contrarios: por una parte, la exageración de gastos en algo que impresiona pero no da beneficio directo al cliente - porque el cliente no se va a comer ni llevar los carteles, etc. - y por otra parte, la exageración de decrepitud, negando al cliente un mínimo de decoro.
Un pueblo de nombre Moctezuma. Hay un pueblo Cuauhtémoc cerca de Chihuahua. Hay otros pueblos tanto Cuauhtémoc como Moctezuma en México.
Los establecimientos de campo que aparecen de vez en cuando aglutinan en su rededor pequeñas fortunas en maquinaria agricultural. En los cultivos propios, grandes sistemas de riego por aspersión sobre ruedas son cosa común.
Realmente, quien visita Chihuahua y cree haber visto México, qué equivocado que está.
En el pueblo de Ahumada, un grupo de colegialas vacilaba, con típica incoordinación juvenil, entre largarse y no arriesgarse a cruzar a través del tráfico de la calle principal, que al mismo tiempo es la ruta, cuando un camionero, sin otra obligación que su civilidad, detuvo la marcha e hizo ademán que pasaran. Un camión, en sentido contrario, viendo el ejemplo, hizo lo propio, y las muchachas pasaron en medio de risitas.
Mejor que en Vespuccia; en Vespuccia, se lograría el mismo resultado a golpe de (según los casos) carteles imperativos, patrulleros de policía, celadores escolares solemnemente ataviados, y/o abanderado escolar literalmente con bandera de color explosivo apuntada hacia adelante como espada o varilla mágica; y los escolares desfilarían como dueños del pavimento. Qué lindo será el mundo cuando todos se dejen guiar por elegancia de comportamiento.
A pernoctar, a 40 kilómetros de la ciudad fronteriza de Juárez; otra vez, alejados de la carretera.
Bienvenida sorpresa: entramos en sintonía con la radiodifusora de la Universidad de El Paso, del otro lado de la frontera, e integrante de la cadena NPR.
Entre las primeras noticias, una, transcendental en Vespuccia, país paraíso de justicia e igualdad: una nueva ley, promulgada a pesar de larga y amarga oposición del propio presidente, manda que, de ahora en adelante, obreros despedidos por cierre de fábrica, de más de cien obreros, tendrán que recibir preaviso de dos meses en vez de encontrarse en la calle sin previo aviso ni compasión, como hasta ahora; y esta protección social expresamente no cubre obreros despedidos por cierre de fábrica de menos de cien obreros, ni obreros despedidos por cualquier otra causa en cualquier tamaño de fábrica, quienes seguirán bajo la permanente amenaza, como hasta ahora, de verse despedidos sin previo aviso. Así lo escuchamos por radio de Vespuccia misma.