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Los paraborígenes habían sido los únicos en no tener que viajar mucho para surtirse de agua y para dejar sus grabados: simplemente, vivían arriba en la mesa de la cual el morro es una pared.

Hasta hoy, quedan vestigios allí arriba. E indican una ocupación mucho más substancial de lo que se esperaría. Hay ruinas no de un grupo de viviendas sino de dos grupos. Y no chozas así no más. Por los escombros, los arqueólogos juzgan que las casas, los edificios se podría decir, eran de ... tres pisos. Donde se pisa hoy, es el nivel de primer piso alto, por encima de la planta baja rellenada por los materiales caídos desde arriba.

Y los Morrenses, para inventarles algún nombre, no veían ninguna gracia en bajar a buscar agua y subirla luego; tenían sus propias mini-cisternas encima de la meseta, alimentadas por lluvias y nieves, para usos menores.

Aun así, evidentemente esa comodidad no les satisfacía, en el desierto a casi 2.200 metros de altitud; dejaron meseta protectora y agua cristalina abandonados ya mucho tiempo antes de la llegada de los Españoles. Parecería que fueron ellos, y vecinos de ellos, quienes fundaron los pueblos zuñis que se conoce hoy, bastante cerquita, pero a altitud algo menor y con tierra algo mejorcita.

Se especula que los primeros Europeos en pasar por este sitio fueron los miembros de un destacamento de la famosa expedición de Vásquez de Coronado, en 1540; pero la primera referencia escrita a esta roca data de 1583, y la primera inscripción española visible hoy es la de don Juan de Oñate, del mes de abril de 1605.

Esta inscripción parece indicar, además, que no todo aquel que pasó por aquí dejó su marca, y que no todo aquel que dejó su marca lo hizo urgentemente en su primer paso: este mismo Oñate, se sabe por otras fuentes, había estado en la aguada del morro ya en 1598, y sin dejar inscripción - a no ser, pero es difícil, que, por la diferencia de los siete años, una primera inscripción se hubiese esfumado.

Fue interesante observar la ortografía española; por ejemplo, la palabra "aquí", escrita, alguna vez aquy, otra vez aqi, o la palabra "junio", escrita junyo.

También fue interesante ver los varios tipos de letras de las varias inscripciones - desde la más perfecta caligrafía, tan nítida y exacta que no podría ser mejor en ningún tratado de caligrafía, hasta garabatos de la más auténtica rusticidad.

Asimismo son interesantes los casos de glifos resultando de dos letras combinadas, como ser una D y una E combinadas de tal manera que la barra central de la E saliendo de la vertical de la D hacia adentro es el único indicio de la presencia de la E; así:
                                                

Lo mismo que vimos en las runas combinadas de los Vikingos, ¿no cierto?