……Tuvimos contacto, cara a cara, con la fe, toda en uno, en Jesucristo, Tláloc, Dios, y toda una pléyade de dioses - de las flores, del fuego, etc. - de los cuales no captamos los nombres pero que no quisimos pedir a nuestro interlocutor que los repitiera para no destruir el encanto de esas confidencias a nosotros, los no-etnógrafos.
……Escuchamos profundas consideraciones respecto a maneras de sepultar (profundas sin juego de palabra): la manera íntima, natural, en la mera tierra, de "los antiguos", también manera justa porque se nutre la tierra que a uno lo nutrió, también manera misericordiosa porque el finado más rápido se deshace y así más rápido paga sus faltas; en contraste con el terrible solitario desamparado encajonamiento de hoy en día, que sólo sirve para enriquecer a los fabricantes y vendedores de cajones. Y ¿hay mejor manera de dormir el último sueño que debajo de, o cerca de, su casa, como lo hacían "los antiguos", y quedar cerca de donde se vivió y cerca de la familia?
……Pasando a cosas más estereotipadamente esotéricas, escuchamos que la cueva natural debajo de la Penepirámide del Sol tuvo consecuencias patógenas sobre quien, en tiempos modernos, o sea los arqueólogos, penetró en ella. Dato más sospechoso que fidedigno; sin embargo, sabemos que su primera mitad - la existencia de la cueva - que también podría parecer fantasiosa, es cierta, de la boca misma de los arqueólogos.
Volviendo a cosas más tangibles, las tres colecciones de cabecitas de cerámica resultaron para nosotros de interés mucho mayor de lo que se podía haber sospechado al principio de la primera colección. Un interés doble, el interés individual de muchas de las piezas y el interés cumulativo de todas ellas.
El interés individual de muchas de las piezas es la minuciosidad, a veces el derroche también, de detalles, en cabezas nunca mayores (incluyendo sus tocados) que la palma de la mano, las más de las veces, no mayores que la mitad de la palma, a veces no mayores que la uña del meñique - literalmente que la uña del dedo meñique, con lujo de detalles tan diminutos que invisibles en iluminación difusa habitual, pero maravillosamente resaltantes en luz tangencial.
El interés cumulativo de los centenares de cabezas que pasaron por nuestras manos es, a su vez, doble.
>¬ Por una parte, hay el interés cumulativo de la tremenda variedad de rasgos fisionómicos de las caras, de manera que cada cara parece representar una persona individual en particular más que una cara abstracta anónima; y hay el interés cumulativo de la tremenda variedad de tocados o estilos de cabello, hasta en forma de diadema o aura, reminiscentes de Kacehri Ghat. Siendo que estas representaciones son el reflejo de la sociedad que los produjo, en primera instancia, nos impresionó tanta variedad en una sola sociedad, y luego >>>>>>>>