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Hace un tiempo hermoso, soleado, y entre fresquito y tibio. Si pudiéramos tener este mismo tipo de tiempo en todo el camino.

Hemos entrado de lleno en las serranías; estamos subiendo por un camino de montaña muy sinuoso, con muchas curvas cerradas. Si bien el camino está despejado de nieve, hay acumulaciones cada vez más importantes a sus costados. Las laderas están cubiertas de pinos ponderosa.

Estamos a 2.400 metros de altitud, y subiendo. Es un cambio realmente dramático, de la estepa desértica de esta mañana, con cactos, a estas montañas cubiertas de nieve y con coníferos - a tan corta distancia uno del otro.

Tenemos que haber alcanzado un portezuelo porque estamos viendo, de igual a igual, y admirando, las cumbres del otro lado de un valle.

Ah, pero se terminó la admiración despreocupada. Nos encontramos con que el camino que nos iba a llevar del otro lado de esa otra cadena de sierras está tapado por la nieve e intransitable. Ahora, tendremos que regresar, quién sabe cuántos kilómetros, para dar una vuelta grande por los valles alrededor.

No entendemos por qué no había, allí abajo, una advertencia dando noticia de que el camino está intransitable más adelante. Pero, por otra parte, no es realmente de extrañarse cuando uno toma en cuenta las increíbles deficiencias e ineptitudes de las indicaciones viales en este país; por ejemplo, el otro día, vimos un cartel indicando 32 millas hasta un cierto pueblo y, cinco minutos más tarde, otro cartel, anunciando 44 millas hasta el mismo pueblo.

Pero todo esto es un capítulo aparte, con muchas facetas y ejemplos que hay que enumerar uno por uno, sino nadie se los podría imaginar; y ello, con otros varios temas que ya esperan para más adelante, también tiene que esperar tiempos menos atareados y abrumadores por el acontecer de cada momento.

Otro indicio de que estamos, otra vez, en América Latina es que muchas edificaciones, hasta de las más humildes, están hechas de ladrillos o de piedras - hasta de piedras en seco - o de bloques de adobe; todo ello, mucho más acogedor que una caja de madera y/o de laminados.

No nos podemos quejar, por cierto, de que nos falte variedad en esta Expedición.

En estos últimos momentos, hemos visto dos moteles, y, aquí, hasta los moteles son un placer para la vista y un refresco para el corazón; ambos, hechos de mampostería de buena ley, y ambos, con un ambiente de patio acogedor; uno, con, como tema principal, una planta cerca de cada habitación, y el otro, un alero - no de alguna chapa, sino también de mampostería, encima de la puerta >>>>>>>>