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Hoy, el ex-convento y la iglesia quedaron cerrados. Cuanto esperanzado visitante se apersonó, se encontró con la puerta cerrada, y con confusión en cuanto a qué pensar, según la hora del día: ¿había llegado demasiado temprano - había llegado a la hora del almuerzo - abriría la puerta más tarde - qué hacer? Todo, por la falta de un cartel, aunque una miserable cartulina fuese, "Hoy Cerrado".  Falta de educación, falta de eficiencia.

Entre los esperanzados, llegaron muchos autobuses de escolares, con centenares de escolares. A los escolares poco les importó el cierre; tanto más tiempo tuvieron para lo que más les interesaba, la merienda en el césped. ¡El basural que dejaron al retirarse - a pesar de, por pequeño milagro, los obvios tachos de basura que tenían muy a mano ...!  Qué pena.

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Para hoy, teníamos planeado mudarnos a Teotihuacan para reconocer los alrededores - en cuanto a aprovisionamiento, dormitorio, sombra (sabemos que Teotihuacan nos llevará más de un día); y para empezar la visita pasado mañana, tan temprano como posible - siempre es mejor empezar, cualquier cosa, temprano; pero, más tarde, entre uno y otro "último" trabajo vario, se hizo inefectivo mudarnos hoy - todo se hará mañana, corrido de un día.

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Hoy, nos mudamos a Teotihuacan; bueno, hoy tropezamos de rompemuelles en rompemuelles a Teotihuacan. ¿Cuántos rompemuelles - por docenas - sobre estos 12 kilómetros?; absolutamente increíble; y, en su mayoría, totalmente camuflados en el mismo color que la calzada y, por lo tanto, invisibles hasta estar a 5/10 metros, obligando a un paso fúnebre; y, a veces, indetectables por estar justo en una franja de oscuridad en una calzada por otra parte soleada, salvo por la sacudida que propinan.  Increíble.

Y el pueblo de San Juan de Teotihuacan nada hizo para mejorar nuestra impresión, especialmente no su plaza central, bombardeada salvajemente por vociferantes.

Y el núcleo de entrada a las ruinas, la más aplastante desilusión; nos parecía lógico que, en ruinas tan famosas, tan cerca de la metrópoli y tan accesibles, los Mexicanos se esmerarían en crear la mejor imagen de su país - pero no: el estacionamiento, salpicado de basura; los baños, llenos de excrementos de incontables usos apilados (y quién vencería el asco para contarlos); y el pequeño museo, con un sistema radical para indicar el cierre: dejar de repente, y sin previo aviso, los visitantes a oscuras - especificamos: no >>>>>>>>