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Se puede dedicar 15 a 30 minutos a la ascensión (nosotros, 16 minutos); recorrer el sitio en 5 minutos - 10, estirándolo; y enfrentarse ya con el descenso. Eso no lo dramatizamos, así lo vimos con un par de turistas que aparecieron y pronto desaparecieron durante el día.

Pero si uno se adentra detrás de lo visual, las cosas son diferentes.

El interés intelectual de Malinalco es que toda la complejidad de uno de sus edificios fue cavada, en una sola pieza, del cuerpo del acantilado - la poliplataforma, las escalinatas de acceso, las esculturas a ambos lados del pie de la escalinata frontal, la escultura en el centro de la escalinata frontal, las esculturas a ambos lados de la entrada al templo, el interior circular del templo - templo de verdad - las varias esculturas dentro del templo, todo, como un solo monolito. Una hazaña de planificación. Sin indulgente segunda oportunidad para corregir un error.

Sí, hubo que ir dejando suficiente roca monolítica en los lugares exactos para los varios bloques de los varios ingredientes conforme retrocedía el cuerpo del acantilado bajo los desbastadores de los cavadores-constructores - no se los puede llamar albañiles - para que, luego, interviniese el cincel del escultor; ¿o habrán sido cinceles de los escultores?

Las esculturas a ambos lados de la escalinata frontal son de sendos ocelotes, mayores que natural, sentados; uno, perdió su cabeza, el otro, incluso parte de su cuerpo. De la escultura en el medio de la escalinata, sólo un muñón queda; por antiguos testimonios, era una figura antropomorfa. De las esculturas a ambos lados de la entrada al templo, quedan sólo los pedestales y un fantasma de las figuras que en ellos descansaban, pero los pedestales son esculturas por méritos propios, según sigue.

Son notables, si no en estética pura, en sus representaciones.

   ♦ Uno de esos pedestales-esculturas representa la cabeza de una serpiente - pero no de cualquier serpiente, ni siquiera de una serpiente emplumada lo que no sería tan notable, sino de una Serpiente-de-Guerra, completa con sus escamas representadas por puntas de flechas; otro rasgo, acaso no muy morfológico pero muy original y, a la vez, por alguna razón, inspirador de solemnidad, es su lengua bifurcada extendida hasta bastante adelante de la boca, a manera de alfombra.

    ♦ El otro de esos pedestales-esculturas representa un tambor, pero tampoco un tambor cualquiera, sino un Tambor-de-Guerra; o mejor dicho representa la piel de jaguar que cubría un tal tlalpanhuehuetl. Esta piel-en-piedra está llena de hoyos; no es que los tambores de guerra aztecas o sus pieles de ocelotl, o sea ocelote, estaban llenos de agujeros sino que estos hoyos en la escultura servían para incrustar en ellos pedazos de piedra pómez rojiza a manera de las manchas de la piel verdadera.