En una parte de sus frondosos escritos, se refiere a "una antigua máscara de oro de una antigua tumba en Monte Albán" como otro memorial de la destrucción por hundimiento de su continente; y con no poco asombro, uno ve en la página, siete elementos geométricos de los más abstrusos, sin ninguna relación entre sí ni con una máscara antropomorfa, con cada elemento exactamente interpretado en el sentido global, por todos los elementos, de la destrucción del continente. Pero es que, cualquier cosa se piense de la implausibilidad de la interpretación, la implausible máscara fuente de tan extraña geometría - existe. La vimos, y la fotografiamos, en Oaxaca.
¿Quién necesita novelas de enredos?
Y otra diversión más: el personaje sentado al lado de la extraña T tiene ésta agarrada con una mano por arriba. Incógnita: ¿será para sostenerla y salvarla, o para apretarla y torcerla más, o con otro propósito?
Ah, si los autores del mensaje en este texto de viñetas pudieran hablar.
Ni el académico desconocedor de lo esotérico, ni el esotérico desconocedor de lo académico, disfrutan de tanto interés y enriquecimiento por esta tira de viñetas en relieve como nosotros.
Xochicalco nos obligó a preguntarnos otra vez, pero de manera más ... incisiva, sin juego de palabra, cómo se puede explicar que los Precolonenses, primero dedicaban tanto esfuerzo a esculpir, tallar, incluso incisar, sus piedras, y luego lo cubrían todo de revoque y pintura, no por excepción sino por norma, según vimos. Se entiende que rasgos de cierto bulto o cierta simplicidad guardarán y mostrarán su forma aun debajo del revoque, pero ¿y los detalles más finos? ¿Por qué esmerarse en detalles que se sabe serán anegados - o, viceversa, por qué eliminar con revoque detalles de delicadeza? Se podía haber teorizado que acaso el revocado era un antojo de generaciones posteriores, más interesadas en la expresión de su estética que en el respeto de la estética de sus antepasados, pero aquí, en Xochicalco, es obvio que los talladores sabían que su esmero sería cubierto y pintado, a juzgar por la desigualdad descuidada de los tintes geológicos de los bloques pétreos yuxtapuestos en una mezcolanza abigarrada de grises claros, oscuros, pardos claros, oscuros, mezcolanza que nunca puede haber sido pensada como fachada ornamental final de un edificio.
Xochicalco existía ya contemporáneamente con Teotihuacan - que todavía nos falta conocer - pero fue sólo cuando Teotihuacan se debilitó que Xochicalco floreció - o sea desde alrededor de 650/700 d.C. - y que se volvió un centro no sólo comercial sino también cultural de vasto alcance. Xochicalco decayó alrededor de 1200 d.C., habiendo participado, como ciudad fortificada, de los últimos siglos del Clacisismo y de los primeros siglos del Posclacisismo. Fechas que ciertamente no satisfacen las visiones de ciertos cazadores de sus propias interpretaciones del mundo.