punto de referencia de los peñones - del retraso de la Luna en presentarse en cierto lugar del cielo, noche a noche, y del engorde medible de su arco, noche a noche. Claro, todo eso está en los libros pero, como siempre, una cosa es tener el conocimiento, otra cosa es tener la sensación.
Lo que nos hace acordar, por encima de los años y de las distancias, de la aventura que tuvimos en Bolivia con la Luna, nosotros esperándola por la izquierda del nevado Illimani, y ella sorprendiéndonos - y con atraso, la impuntual - por la derecha de la tremenda mole.
P.S. Para exactitud factual, durante esta segunda estadía, por fin aparecieron turistas; un gran total de quizás una docena, a lo largo de los varios días; ahora sabemos cuánto tiempo realmente hace falta para conocer Chalcatzingo - una hora y media, a juzgar por los turistas; bueno, para creer conocer Chalcatzingo.
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Esta madrugada, hicimos nuestras abluciones disfrutando de una fragancia cuya delicadeza ni el hotel de mayor lujo puede ofrecer en sus baños; esta mañana, tomamos el desayuno frente a un panorama cuya magnitud pocos hoteles pueden ofrecer desde su comedor; y sin tener que aguantarnos el humo de nicotina desde alguna mesa vecina. Y hacia Cuernavaca; otra vez hacia Cuernavaca.
En nuestro tercer paso por Cuautla, en dirección, otra vez, pues, a Cuernavaca, sufrimos una nueva aventura de gomería. En una agencia de una marca mundialmente famosa de cubiertas (no queríamos arriesgarnos con una de las muchas gomerías anónimas) hicimos intercambiar las dos cubiertas con desgaste chueco y, de paso, se vería si el clavo llegó a perforar de par en par.
De entrada, les advertimos del gran peso del vehículo, más de lo que parece por el tamaño, y de la necesidad de un gato en consecuencia. Sí, sí, ningún problema. Y pusieron debajo del diferencial un gato que, con máximo esfuerzo, apenas si logró despegar las ruedas del suelo, raspando. Y sacaron una rueda. Y empezó a ceder el gato, con peligro de vuelco del vehículo hacia un costado. Y se precipitaron con otro gato hacia el lado en peligro. Y re-elevaron el gato del medio. Y sacaron la otra rueda. Y empezó a re-ceder el gato del medio con el peligro de colapso - esta vez, hacia el otro lado. Y se precipitaron con un tercer gato; por lo menos, por el tamaño de la agencia, sobraba en gatos lo que faltaba en sesos.
Bien. A ver si el clavo causó una perforación de par en par. Alguien empezó a extraerlo haciendo palanca con un destornillador, dando a la operación tanto cuidado, que tenía la cara a treinta centímetros del clavo, que no se sabía si >>>>>>>>