parda seguiremos diciendo que es parda; y Cuernavaca es puro prosaísmo; y, según alguien nos dijo, pura decrepitud, en contraste con algunas décadas atrás.
Y manejar por Cuernavaca no es para principiantes; ni para frenos ni para embragues; un dédalo de subidas, bajadas - a veces agudamente empinadas - y de curvas; ello, a más de la densidad de tráfico, a más de la habitual falta de identificación de muchas calles.
La época cuando Cuernavaca era realmente de distinción fue cuando no era Cuernavaca (topónimo, incidentalmente, que nada tiene de cornamenta ni de vaca sino que es la distorsión española del topónimo nativo Cuauhnáhuac), cuando era, justamente como Cuauhnáhuac, residencia de la nobleza azteca; de cual época queda la plataforma Teopanzolco en el medio de la confusión moderna.
En realidad, son dos plataformas, una, encamisada por la otra; la interior, original de los Tlahuicas, paraborígenes pre-aztecas de la zona, y la externa, de los invasores aztecas. Sin gracia. Hay, además, una pequeña estructura circular, parece que dedicada, como todas tales estructuras circulares, al dios del viento. Sin gracia.
Escapamos de Cuernavaca; sin haber logrado dos importantes propósitos: sin poder lavar ropa - en estado catastrófico después de dos meses y una semana sin encontrar lavandería de autoservicio y sin tampoco poder lavar en arroyos por la contaminación - visible, y sin duda invisible - de la poca agua que hay - cuando la hay; y sin poder hacer arreglar la salpicadera izquierda delantera. Y no fue por no esforzarnos:
> después de muchas irritantes vueltas, encontramos que un taller de soldadura recomendado (y, primero, hubo que dar muchas irritantes vueltas para encontrar alguien en cuya recomendación se pudiera confiar), encontramos que dicho taller no tenía soldadura eléctrica para soldar sin peligro tan cerca del parabrisas;
> después de muchas irritantes vueltas, encontramos una lavandería - sin agua.
De paso, visitamos ... un hotel - el hotel Casino de la Selva; por su apariencia, vestigio de la distinción pretérita, y muy apropiadamente nombrado por la selva de ... las calles - si bien, seguramente, tal no era la intención del autor de la denominación, pero otra selva no hay a mil kilómetros a la redonda.
Lo visitamos por su amplia tenencia de murales como decoración de sus salones; de varios pintores: un mural, de Siqueiros, varios, de Orozco-Rivera (pero, cuidado, no se trata de una colaboración entre el famoso Orozco y el famoso Rivera, sino de otro pintor, de nombre Orozco-Rivera, discípulo de Siqueiros), y varios otros murales, de otros pintores más.
Por fin, algo estimulante más reciente que arqueología y colonialismo. Y de interés por la desigual calidad de los varios pintores y, consecuentemente, por el mayor aprecio de los mejores.