\OX/ Hoy no fue nuestro último día en la zona.
Sí, fuimos a Zaachila; pero, además, en camino, tropezamos con los restos del convento de Cuilapán; y, a nuestro regreso a la ciudad de Oaxaca, tropezamos con un alud de eventos: procesión de los Dominicos, danzas folklóricas, lo que nos llevó a las 12 de la medianoche - que es ahora; y también habían aparecido, pero no vimos debidamente, por la hora y todo lo demás, Altares de los Muertos, y Tapetes Alegóricos, todo lo cual queda, pues, para mañana; junto con las anotaciones de Zaachila.
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Hoy, visto Altares de los Muertos y Tapetes Alegóricos. No queda mucho tiempo para las anotaciones, pero apuro tampoco hay; mañana, 2 de noviembre, Día de los Muertos, feriado; no conviene viajar: mañana, pues, las anotaciones.
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Mientras los muertos comparten la mesa familiar con sus deudos, anotaciones.
♦♦ Zaachila, o lo que se ve de Zaachila, no es un núcleo orgánico, es un desparramiento de vestigios. El visitante sin iniciativa tropieza con dos tumbas; el visitante con un mínimo de percepción se da cuenta de que pasa cerca de un túmulo erosionado por la intemperie pero sin excavar; el visitante con más inquietud localiza dos urnas; y el visitante con máximos afán y empeño llega a contemplar un campo de arqueología del pasado volviéndose un campo de arqueología del futuro.
Z De las dos tumbas, a pasos una de la otra, bastante profundas - una, de tal vez siete metros - una, tiene decoraciones internas, la otra, es llana.
Las decoraciones, bastante interesantes, figuras en relieve, de estuco, representan lo siguiente: dos búhos con alas extendidas, símbolos de muerte; dos dioses de la Muerte (Señores del Submundo); dos sacerdotes de la Muerte; y un victimario, cuchillo en mano, protegido por un carapacho de tortuga.
Véase ese carapacho de tortuga en la pared del fondo
La tumba sin decoraciones contenía otra cosa: un tesoro de ofrendas funerarias; un tesoro, sin duda más fabuloso que el de Monte Albán - por consenso tanto de los expertos como de los conocedores: los expertos decidieron no dejarlo en Zaachila, ni en Oaxaca, más bien llevarlo a la gloria y buen resguardo de la cúspide de la arqueología mobiliar mexicana, el Museo >>>>>>>>