Por cuanto, se nos ocurrió que no podríamos alejarnos de Mitla sin, primero, documentar fotográficamente el "tope" maculando la pared, el cartel tapando las columnas arqueológicas, las barbaridades lingüísticas explotando en los carteles, y una nueva adición, un cartel rezando - no, más bien tartamudeando atrozmente - "estacionamiento", para, cuando nuestras memorias tiendan a esfumarse, nos hacer otra vez creíble lo increíble. Lo que llevó tiempo.
Luego, se nos dio por echar un último vistazo al mercado:
……carne vendida no de manera neutralizada, negando su origen animal vivo, sino en pedazos ilustrativos de la anatomía del animal en vida;
……leche a elegir, ya sea, de la auténtica directamente de la vaca, en la acera a orilla del mercado, siempre que sea antes de la media mañana, o de la doble desvirtuada para larga conservación, en cualquier momento hasta el mediodía;
……trozos de chocolate casero de varias familias, por lo tanto de varios e impredecibles, ingredientes, densidades y gustos;
……bastante variedad de verdura - de la sólida, substancial;
……y frutas, desde exóticas manzanas a locales tunas y nísperos;
……también flores, muchas flores - es increíble la venta-compra de flores, hay tantas flores como verduras, hay incluso puestitos que venden flores y verduras juntas; las flores, como las verduras, sólidas, agrestes;
La gente es pobre, pero para flores hay
……pescado - pero sólo una vez a la semana, el viernes, como se dice que la Biblia dice, que es justamente hoy;
……y, naturalmente, chapulines, o sea langostas, cigarrones, saltmontes fritos, regados de jugo de limón y con ajo.
Los chapulines
Mucha mercadería expuesta con un sistema garantido de que no se caerá al suelo: ya extendida en el propio suelo para su venta; casi toda, vendida por mujeres, con los hombres relegados a otras tareas - por ejemplo, el marido de la pescadera paseándose con un niño en brazos.
Otro espectáculo en el mercado es la curiosa variedad de darse la mano de las mujeres; curiosa variedad por sus dos extremos, y por la infinidad de gradaciones intermedias.
Un extremo es apenas tocarse la mano abierta; otro extremo es asirse las manos y besárselas mutuamente - y no, llevando la mano cómodamente a los labios sino doblando profundamente el cuerpo hacia la mano. Y, en este extremo, de besamanos, hay, a su vez, la infinidad de gradaciones de inclinación simbólica del cuerpo hacia la mano, inclinación elocuentemente abortada, entre apenas esbozada, y casi, pero no del todo, completada; un vívido reflejo del grado de relación de las dos mujeres.
Incidentalmente, los hombres también tienen su manera de exteriorizar muy gráficamente su grado de aprecio mutuo por las maneras de estrecharse la mano, no sólo aquí en Mitla sino universalmente en México.